Imposible superar la muerte de un ser amado. Los años pasan y uno sigue buscándolo en la noche, tratando de rememorar o tratar de traer de vuelta recuerdos y sensaciones que se perdieron en el éter.
Cada día me muero un poco más por dentro y siento cada vez menos. Evito ponerme en víctima y pensar "No es justo" porque, a fin de cuentas, así es la vida. Todavía me encuentro mirando al cielo y suspirando "te amos" que se pierden con el viento que lleva las palabras a ningún lado.
Me siento muy afortunado de haber vivido lo que viví; amar como ame, que fuera reciproco y tan intenso. Las horas, madrugadas; las misivas escritas y el anhelo de que lleguen esas cartas a destino. Leer su letra y estar conectados, pese a la distancia, con un papel y tinta que solo nosotros vimos y leímos. Cartas impregnadas de amor y deseos juveniles.
Poder haber sido el recipiente de ese afecto es probablemente el tesoro más grande que voy a llevar a mi tumba.
La extraño y por mas que la busque en otras personas, no hay remplazo alguno. Esa clase de paroxismo de emociones no son replicables.
Una de las cosas que más me duele es que esas cartas, que tanto atesoraba, que eran una conexión entre ella y yo; algo que solo habíamos tocado y leído nosotros fueron violentadas cuando me hicieron una entradera en mi casa. No fue el dinero que se robaron, ni el fierro que tenía apoyado en la cabeza lo que más me afecto. Todavía no puedo sentarme a reorganizar las paginas por lo mucho que me afecta.