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La joven de probablemente mil años se comporta de una forma un tanto extraña, poniéndose roja como fresa por simples palabras del creyente. Nota también la duda que lleva, tal vez no queriendo dar su nombre o algo así, simplemente está nerviosa por alguna razón, pero al final se presenta como Alfred.
Alfed, es un bonito nombre.
Mr. Galante suelta el comentario ya preparado, eso es lo que tiene que decir cuando una mujer le menciona su nombre o así le decían en las clases de modales. Extendería su mano en manopla para tomar la de ella y acercarla a su rostro para un pequeño beso en el dorso. Hay que demostrar respeto y adulación, además de impecables modales... Nah, simplemente necesita contacto femenino y se escuda con eso.
Nada de apellidos, nada del nombre de su casa, nada de títulos, solamente Alfredo, Alfed la aventurera novata. Llega a la conclusión de que esta mujer debe ser de casta baja, hija de cualquier fulano promedio. Pero dejando esto a un lado, Alfredo acepta en acompañar al paladín que sonríe y asiente una única vez con lo que ella menciona.
Estuviste bien con el arco y te agradezco por ello, me ayudaste, sin embargo tendrás que aprender sobre las espadas si no quieres terminar de nuevo en una situación como la de hoy. Podría enseñarte si tú quieres.
Sin arco no podría hacer mucho, de ahí la propuesta
indecente; es un gran maestro, de esos que nunca terminan de aprender. Igualmente, ¿cómo le quitaron el arco en primer lugar? Tal vez simplemente quería que se la detonen los zambos verdes esos, nunca se sabe con las mujeres.
La donna è mobile, qual piuma al vento, muta d'accento, e di pensiero. Y demás cosas en italiano...
Los dos personajes comienzan a andar por las calles de la vida, el paladín observando el sitio con sus manos juntas en plegaria bien fuerte al mismo tiempo que escucha el yappeo de la doña que ya sabía, pero no va a hacer descortés interrumpiendo su relato. El rey enano y el oro maldito, uno que solamente puede ser sellado por un héroe de corazón puro como nuestro campeón. ¿Quién mejor para hacerlo que él?, el Bienaventurado conde de Morsleben y Hornburg.
Hay que poner un punto final a esa codicia infernal.
Tremenda rima y todo. Alfredo también menciona sobre los pisos, los inútiles aventureros apenas llegando al tercero y quedándose ahí estancados probablemente porque pueden facturar con lo que encuentran ahí o simplemente no pueden avanzar por falta de poder... Poder y Fe. Esto cambiaría de tema cuando los halagos comienzan, eso de que pelea bien y tal; a todos le gustan los halagos y él no es una excepción.
¡Gracias Alfed! Siempre es un honor servir, no me iba a quedar de brazos cruzados observando esa injusticia.
Y con ello viene un comentario por lo bajo, uno señalando la aparente musculatura del amigo creyente. Obviamente escucha esto, la tiene justo a caminando a su lado.
Músculos, cicatrices y vello. Así me hizo Dios.
Comenta con su vista hacia adelante y con una ligera sonrisa. Su cuerpo aunque con grasa, está buildeado cual strongman, de lo contrario no podría cargar esa espada y armadura como si fueran de cartón.
Ahora lo importante... A esta elfa putona le gustan los humanos como él y percibe este interés que lleva, le puso ojos de cógeme. Sí, ya dijo que la unión entre distintas razas son bastante cringe, ¿pero podrían culparlo? Lleva toda su vida en celibato, ni una miserable pajilla porque tenía cinturón de castidad en la adolescencia.
[Dios mío, santo señor, contesta la pregunta de un ciervo y dime por qué creaste esa condenada manzana...]
Ser célibe al completo es una mierda, y más ser célibe y joven. La tentación siempre está ahí, el pussy lo tiene actuando imprudente cada que se acerca a una femoide, el
elvish pussy lo va a hacer actuar imprudente. Tal vez haya sido mala idea meterse con esta mujer que ya su ropa dice PELIGRO.
[Tranquilo conde, piensa en las sagradas escrituras.]
Para peor el tener sexo siendo paladín te aleja de Dios, te quita tus poderes cual chica mágica o eso es lo que se dice en la orden. La única manera de echar un polvazo a la carrera es con el casamiento, de ahí que un montón de paladines y aristócratas en la misma senda religiosa se casen con terribles turboputas al no aguantar las bolas azules.
Ejem...
Ajusta su garganta, deja todo esto detrás por su propio bien y le habla a la elfina calienta huevos.
Entonces, ¿tú y yo a la mazmorra impía? Tengo algo de oro que podría gastar por aquí, pero antes quiero observar lo que nos podemos encontrar ahí abajo antes de nada. Estaba pensando en comenzar por el primer nivel.