>>22640
Un hilo de humo negro se eleva por la habitación. Asciende hacia el techo. Se erige desde el cigarrillo que sostiene en su mano, sentado en el suelo apoyando su espalda de las esquinas -pues los sillones son incómodos y dolorosos para su orgullo, y las sillas corren constante riesgo de romperse-; su cigarrillo se encorva hacia el suelo acompañando a su mirada en una misma dirección y dejando caer algo de ceniza sobre el suelo blanco y sucio, estropeado por la falta de cuidados y con manchas anaranjadas a lo largo del humilde patrón evidenciando la humedad del lugar. Los residuos quedan esparcidos sobre la cerámica, cada vez más opaca, mientras que el humo y el hedor del tabaco lentamente se difuminan ahogándose entre el vaho húmedo que domina en el aposento. Un triste apartamento que lucía como la mediocridad, y apestaba a derrota. No se atreve a levantar la mirada de ese pequeño y angosto espacio de confort que encontraron sus ojos. Pareciese un mal sueño, uno muy lúcido. Enfrentar esta realidad, incluso así sea sólo visualmente, era una horrible estocada al orgullo de un hombre que gozaba del ego cuyo estatus le permitía costear. Alfombras desgastadas, madera corroída y paredes despintadas unidas con el aroma tan pesimista del humo, el alcohol barato y la comida fría formaban un paradigma no sólo desolador mas sino incómodo de transitar. Los molestos chirridos de la mueblería oxidada que provenían del mismo piso eran un recordatorio constante de su situación, exasperante, como si fuesen voces en su mente. Allí se encuentra sentado este hombre, de aspecto miserable, buscando perderse en su único desahogo, pitadas vacías carentes de alma y soluciones.
Un timbre resuena, forzándolo a salir de la coraza se había armado frente su propio entorno. Deja caer su cigarro sin mayor esmero aplastándolo y rematándolo con su zapato en el instante en que se levanta. El color opaco de los azulejos, en un sector, ahora era simplemente grisáceo, con una visible marca de color negro. El poco respeto con el que trataba al lugar dejaba ver el tipo de persona que era. Alguien que no dudaba en hacer notar sus incomodidades, sus disgustos y su evidente falta de consideración hacia aquello que no considerase "en buenos términos con él mismo"; a la vez, el desagrado por la atmósfera repugnante de este sitio. Cualquier cosa con tal de no estar allí; misma razón que lo llevó a un bar de poca calaña, frecuentado por perfiles que oscilan entre lo laborioso y lo deshonesto. Se dirige hacia la puerta moviéndose con cierta brusquedad, abriéndose pasillo al correr sillas con el menor garbo y apresurando sus pasos con mayor ansiedad que interés. Un rostro familiar se puede ver por la mirilla. Él, observa en silencio con ojos sumidos en molestia e impaciencia. Era difícil de tomar en serio.
<¡Hey! Busco al señor uhhh… ¿Moreman? (...)
"Darko"... - pensó con ácido cinismo haciendo sorna del nombre bajo el que se introdujo. En momentos como este, debía tragarse el orgullo y llevarse hasta incluso, bazas gratuitas a su apellido.
Abre la puerta con cautela, asegurándose de no dar demasiado espacio, afirmando su desconfianza. No tenía motivos para estar allí, pero su mente se calma asignando su presencia un olvido en una borrachera. Su posición firme cubre el espacio entre su puerta y el pasillo. No se sentía amenazado, pues su aspecto era difícilmente intimidante, y la firmeza en la postura de su cuerpo, parcialmente robusto, demostraba lo suficiente. El ámbito corporativo le enseñó a ser competitivo.
ーCorta el acto y ve al grano. -respondió de manera incisiva, evidenciando su recurrente mal humor, síntoma de un hombre decadente.
Seth autoconfirma su identidad con una respuesta concisa, influenciada por su impaciencia y le otorga un silencio. A la expectativa, observa al hombre de manera penetrante. Lo único que lo acompañaba no era ni la desesperación, ni la esperanza, mas sino la negación frente a su actual situación y la certeza de que como fuese, por sus dos pelotas, iba a sacarse de ese pozo; manifestaciones de un hombre ambicioso.
Permanece parado en su puerta, bloqueando el acceso por aquel espacio entreabierto. Parecía estarlo invitando a irse; pues eran muchos los cabos sueltos que en este momento, por su tranquilidad, prefería delegar a "borracheras".
Quiero avisar que no tengo planes de lolmorirme, pero soy un jugador más bien lento. Digo esto por si quieres darle espacio a algún negro más.