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Ken Toshiyuki, aquel era tu nombre... Algo sumamente extravagante en aquellas tierras, y aquellas latitudes tan lejanas del país del sol naciente. Aquellos eran los famosos años en los cuales, Japón, había Sido aperturado al mundo, en buena parte gracias a las presiones americanas, y el creciente afán del país nipón por alcanzar la modernización occidental. La restauración Meiji estaba dando sus primeros pasos, y cosechando sus primeros éxitos por aquel momento, siendo recibida de diversas maneras entre la población nipona, pero, aquello era harina de otro costal en ese momento... Debido a los nuevos lazos creados entre el gobierno norteamericano, y el emperador Meiji, el esfuerzo de colaboración conjunta para la correcta modernización y occidentalizacion, involucraba también programas de intercambio y enseñanza en el extranjero, en dónde más de un afortunado podría viajar a tierras americanas con el fin de poder estudiar las costumbres, tecnología y avances científicos estadounidenses, en tu caso, yendo más hacia el campo de la biología, en una expedición hacia tierras inhóspitas, incluso para los mismos investigadores de aquella nación... Tu presencia en aquel barco, no sería opacada en lo más minimo, a pesar de la considerable cantidad de personas a bordo: Un muchacho de ojos rasgados, y de porte y semblante bastante diferente al que aquellos hombres altos, robustos, e incluso desaseados en algunos casos, mostraban, no era demasiado difícil de hacerse llamativo o que pudiera resaltar entre la multitud... Un hombre asiático en aquellas lejanias, ¿Que se creía o quién era?... Suerte que tu presencia, aunque llamativa, lograba disiparse ante la presencia de antiguos esclavos de raza negra, ahora hombres libres, que estaban a bordo de ese buque junto con los que, antaño, habrían llegado a ser sus amos y maestros... La tensión que podría haber en el buque, no obstante, era disipada por el hambre de dinero que calaba a cal y canto en las mentes de todos los allí presentes, y ante el hecho de que, al menos hasta no poner tierra en superficie, tendrían que mantenerse segregados los unos a los otros y no verse las caras.
Aún a pesar de todo aquello, te encontrabas bajo el cuidado y responsabilidad del Profesor Patrick Andrews, un hombre de aproximadamente 1.80m de alto, que solia encargarse de estudios de campo en la Universidad de Nueva Orleans, siendo aquel hombre quien te había invitado para explorar aquellos inhospitos terrenos en el nombre de la ciencia y el propio avance humanístico en el campo de la medicina j biología... Gran fanático de los bombines, bombones, y sombreros de copa, como no, al estar casi siempre, incluso a la hora de impartir clases y lecciones a sus alumnos, con un elegante sombrero de copa negro.
En cuanto a ti, te encontrabas por aquel momento en una de las cubiertas del Missouri, a la espera de la entrega de tu respectivo almuerzo, pudiéndose, a su vez, tener una vista a segura distancia del río sobre el que se encontraban, así como también de todo aquel entorno hasta donde se pudiese... Muchos pajarillos no cantaban, si no que lo hacían más que nada las garzas del río, y el ocasional cocodrilo que navegaba por aquellas aguas en aquel momento. El olor que atacaba a tus fosas nasales, no era demasiado putrido que se dijese, pero tampoco era algo de mucho agrado, al igual que la ocasional cortina de humo provocada por los motores del barco, y el chapoteo de sus paletas contra el agua... Aún así, no todo era malo: El sol se escondía entre un par de nubes, de forma que sus rayos no impactasen directamente contra el barco, y también, hacia un suave pero refrescante ventarrón, que mecia cariñosamente las escarapelas que se encontraban en aquella cubierta, al igual que tus cabellos, pero sin ser lo suficientemente fuerte como para que algún sombrero de copa saliese volando, como ya había pasado un par de veces con anterioridad... Además, un pequeño grupo de 4 hombres se encontraban tocando música local, utilizando un raro instrumento llamado "Banjo", otro usando una botella vacía, otro utilizando una especie de tambor de gran tamaño, y otro, una especie de violín que, más bien, parecía una vara a la cual le habían puesto 5 cuerdas y llamaban instrumento... Cosas peculiares, pero, que ayudaban a matar el aburrimiento sin duda... Y la ocasional pelea entre borrachos durante las noches, que solían terminar con amenazas de lanzamiento por la borda, y con los borrachines yéndose a sus respectivos dormitorios