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>Annabel Lee
La muñeca no es ninguna autoridad en el mundo de la biología para asegurar que las extremidades superiores de Arcene son manos o son otra cosa, así que practicando el arte del respeto y la moderación, calla, dejando que la chica polilla piense lo que considere más conveniente.
Arcene se despide dándole una palmadita en su cabello esponjoso, cosa que deja a Anna sin saber cómo reaccionar. Subió ambas manos, tocando esa misma zona del pelo donde la acarició, y encontró ahí restos de esa escarcha plateada, polvo le aportó al rojo de su cabello un matiz más bien ceniciento.
"La cercanía... Es agradable" Concluyó la niña de porcelana.
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Volviendo al combate contra Iron Fist... Annabel Lee asintió más de una vez cuando su compañera veloz, aceptó que el dialogo era la única solución para ese evento potencialmente trágico... Pero todo era una estratagema, y Kyung-Hu se arrojó a golpear al malo en sus partes nobles. Ahí Anna comprendió que como el conde planeando su venganza... Las personas mienten o actúan como cosas que no son. Sacudió la cabeza, ¿no podrían ser todos buenos amigos?
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Los gritos de Rinaldo la aturden y la espanta a partes iguales. Lo primero por el volumen, lo segundo por lo que relata. Anna se cubre las orejas y lamenta estar tan cerca, pero no hubo de otra, Jeremía la asustó y tuvo que esconderse detrás de alguien.
"Señorito Gandolfi... Por favor baje la voz. Conversar y mantener la templanza van bien de la mano, haga el intento. Tenga, pruebe y relájese" Haciendo uso de su habilidad como juguetera, sacó dos tazas de plástico desde la falda de su vestido, una azul y otra rosada. Entregó la azul a Rinaldo porque es niño, y se quedó con la otra. Ambas tazas están vacías, pero eso no detuvo a la niña de dar un breve sorbo con ojos cerrados y expresión tranquila. Confío que Rinaldo la imitase, y dejase fluir su estrés y su migraña, porque en palabras de Annabel Lee. "La amargura no ofrece recompensa... Sé que está emocionado, todos los están, se trata de la primera prueba académica de la clase. Pero intente conservar la voz, señorito, porque alzar mucho el tono no significa que lo vayan a escuchar... Mireme a mi, soy pequeña y tengo voz de canario, y la señorita Arcene, hasta la señorita Swift, me mostraron atenciones. Y como segundo motivo para la moderación de la lengua, como parece usted un muchacho inteligente, seguro es capaz de entender que anunciar nuestros planes a los malos es contraproducente"
No importa que Rinaldo le diga que acostumbrarse al exhibicionismo es esencial para un héroe. Annabel Lee niega con la cabeza, rechazando esa idea que le parece barbara.
"Es una cuestión de pudor y buenas costumbres. ¿Donde quedaron los tiempos cuando las damas llevaban vestidos, y los caballeros trajes?" Suspira con anhelo. Jamás vivió tal época, pero si la exploró en libros y fotografías viejas, y le pareció hermosa.
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Más tarde en el callejón, tienen al malo delante, y Annabel Lee sigue intentando ser diplomática con él. Oye un ruido a sus espaldas, y cuando da media vuelta para descubrir qué es (Acción que le toma varios segundos debido a su poca movilidad), encuentra a una chica tumbada y con la cabeza medio cubierta.
"..." Annabel Lee se lleva la mano hasta el mentón, un poquito preocupada, porque no es natural que una compañera de clases se la pase por ahí tirada y llenándose el uniforme de polvo. Así que extiende los deditos, y toca el cuerno que sobresale entre el espacio que dejan las palmas de la chica. "¿Te caíste...?"