>Nombre:
Toruto Isameshi
>Edad:
28
>Apariencia:
Hombre pelinegro, con cabello hasta el hombro, y un mostacho mal cortado que comenzó a usar, resignado, después de que un par de colegialas le llamaron "viejo", mientras pedían la hora. Siempre viste de mayordomo, para dejar claro que su labor es servirle a la familia.
>Historia:
Toruto es un Burakumin, nacido y criado en pobreza por una madre bien intencionada, pero también negligente. Por eso nunca tuvo un lugar al que realmente perteneciera durante su vida temprana. Todos los conocidos volteaban la cara cuando los veían, en la escuela, los niños lo trataban como un chiste, y en la calle, era normal notar miradas sospechosas de los policías y los guardias cuando entraba a cualquier lugar que no fuese un basurero.
Con una vida como esa, sólo hay dos opciones. Aceptar tu rol como basura, o aferrarte a tu dignidad humana y rebelarte de alguna manera.
Para Toruto, la última opción implicaba volverse delincuente de una forma u otra.
Así es que se volvió la figura que es hoy: empezó desde joven. Partiendo caras desde adolescente, haciendo amigos y enemigos, y viéndolos a cada uno dejar aquella vida y crecer, uno a uno.
Pero Toruto nunca conoció ninguna otra vida, pelear era lo que daba propósito: ganar.
E incluso eso se volvió exhaustivo con el tiempo. Y sólo quedo el vacío en su corazón una vez más.
Nunca estudió nada, era rechazado en todos los trabajos, sus relaciones con otras personas radicaban en que tan buenos eran para pelear. Tenía una madre en casa, que le crió con la esperanza de que su hijo algún dia se volviese alguien capaz de ayudarla a escapar de esta vida, y que a pesar de todo nunca se acercó para decirle lo decepcionada que debía estar con el.
Por eso, tras salir de la escuela por la puerta trasera, se metió a la Yakuza, para poner a prueba lo que sabe. No era una mejora inmediata, pero traía suficiente dinero para llevar a casa al día siguiente.
No se lo esperaba, pero finalmente, se sintió a gusto en un lugar. Esto debería ser obvio, porque lleva 11 años con los Inuyama. Quizás era por esa simpatía de almas gemelas que tienen los criminales.
Y todo giraba en torno a Otosan, aquel hombre al que le juro lealtad como lo haría un caballero con un rey. Por el cual sentiría todo el dolor del mundo para que no lo sienta el. Era como si su padre hubiera regresado de comprar la leche para compensar por 17 años de mierda. Si su madre era el sol de su vida, Otosan debía ser la luna.
Por el haría lo que fuera, matar a alguien, partir caras, servirle la comida, y especialmente, proteger a su familia.
dejo que me escojas cualquiera de las niñas, la que te parezca mas fitting con el personaje