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Inés lo hubiese hecho mejor. Miles de personas en su misma ciudad lo hubiesen hecho mejor. Porque ella no era buena. Todo y todos se lo recordaban, más que todo Clarisse, con esa sonrisa condescendiente que nunca se le borraba. Cuantas veces no vio esa sonrisa con su misma cara inexpresiva, dejando una pregunta sin contestar, respondiendo con una palabra vaga o una monosílaba, nada de eso hacía mella en su máscara de simpatía. Ya desde entonces vivían en mundos diferentes, lo que hiciera ella en el suyo no la afectaría ni viceversa. Ni siquiera en las raras ocasiones en las que le fruncía el ceño podía hacerla enojar, podía fruncirlo tan fuerte como quisiera, su mal humor nunca amargaría el suyo, pero el buen humor de ella si podía infectarla de vez en cuando, era muy contagiosa.
Solo dejaba su sonrisa cuando se disculpaba por algo. Eso la hacía enojar aún más. Siempre econtraba formas de culparse a sí misma y nunca a los demás, aunque ellos estuvieran mal. La hacía sentir aún peor de lo que era. Y decía que si algo de ella le molestaba podían decírselo de frente, ¿cómo se suponía que lo hiciera si ella nunca lo hacía con otros? si ella era tan perfecta y no veía faltas en lo que hacían los demás, y ella era tan defectuosa y solo veía faltas en lo que hacían los demás. Nunca podría haber durado mucho tiempo junto a alguien así.
Mejor artista que ella, mejor persona que ella, mejor en todo. Era bueno que se hubiesen separado, no habría soportado mucho estando en la presencia de alguien tan brillante, con su luz recordándole a cada segundo lo defectuosa que ella era. Sí, se divertía a su lado a pesar de esas cosas, pero incluso esos momentos eran menos y menos frecuentes.
No era solo que fuese mejor que ella, sino que se parecía en algo a ella, todo lo que hacía se parecía demasiado a lo que hacía ella. Si tenía una idea para una pintura, ella hacía algo muy parecido antes, y lo hacía mejor, era exasperante. En algo se parecía a las parejas esas que completan las frases del otro, en un contexto así hasta sería un lindo gesto, en este era exasperante, como que alguien te quitara la oportunidad de hacer una broma en la que llevabas pensando mucho tiempo haciéndola primero que tú, y quizás haciéndola mejor. Si estando juntas empezaba a sentir sueño, ella bostezaría antes, si le picaba un ojo, ella ya estaría parpadeando, le daba asco lo similar que le parecía, sus sonrisas y buena actitud solo la hundían más. Era como si pudieran ver sus más escondidos y temblorosos pensamientos, y se burlaran de ellos, odiaba que lo hicieran.
Olvidó que estaba en un baño, y que alguna vez estuvo caliente. Al mirar abajo tenía los dedos tan arrugados que no sabría si era por el agua o por el pasar del tiempo solo con verlos. El tiempo estaba deslocado y su mente en otro punto del espacio, demasiado lejano para que pudieran alcanzarla las preocupaciones sobre lo que esto podría implicar, si le correspondía a ella relocar el tiempo, entonces este estaba de suerte, porque ni en un millón de años lo haría, si es que eso tenía algún sentido todavía.
Nada de eso le importaba, este lugar era perfecto, se iba a quedar para siempre. Estando completamente sola aquí, no tendría con quien compararse, ninguna razón para pensar demasiado en la calidad de su arte, nadie con quien avergonzarse, nadie que la viera, nadie que la juzgara, solo una estatua... ¿Una estatua?
No había estatuas en el baño, ni miradas. Creyó sentirse observada por un momento, pero fue solo su imaginación, y cuando el momento pasó, se olvidó también de eso.
Nada de eso importaba, este lugar era perfecto, se iba a quedar para siempre. El agua estaba tibia y todo era silencioso incluso con sus tímpanos intactos. Un pensamiento extraño, ¿por qué no estarían sus tímpanos intactos? Tal vez escuchaba su música por encima del nivel recomendado, pero eso eran tonterías.
Olvidó por qué estaba pensando en música, o a lo que podría haberse referido con "su música", ¿qué tipo de música escuchaba? Aquí no había música, nunca había habido música en este sitio, o por lo menos no recordaba haberla escuchado alguna vez.
Este lugar era para ella, para quien quería ser olvidada, para quien no quería destacar ni ser vista. Siempre se sentía observada, siempre se sentía juzgada. Ser ordinaria, no resaltar, que dejaran de verla, que dejaran hasta de pensar en ella, eso quería, desaparecer por completo.
Al cumplirse el año 1.000.0001, le sucedió algo inaudito: recordó. Recordó aquello de las aguas del hades, el río styx, coquitos y lethe, de cómo les decían ríos de las lamentaciones, el odio, el fuego, el olvido y otras cosas, y le pareció genial que sin darse cuenta se había ahogado en su odio en uno y olvidado toda su vida en otro. Tenía que pintar algo sobre eso. Claro, fue una mierda cuando tuvo que pasar por esas cosas, pero había pasado tanto tiempo que se sentía como un recuerdo demasiado distante, como si le hubiese pasado a una persona diferente.
No pudo recordar en cual de todos los ríos fue que bañaron a Aquiles para darle su invulnerabilidad, pero se metió hasta la cabeza en el suyo para no arriesgarse a perder la oportunidad. Aguantó la respiración por tanto tiempo como pudo antes de volver a emerger, y saló del agua por primera vez en un milenio para volver a pintar. No, eso era estúpido, por supuesto que no habían pasado milenios, estaría hambrienta si fuese así. Olvidar el hambre no haría que dejara de afectarla.
Dudó al ver la ropa tendida en el suelo, miró cada rincón de la habitación antes de siquiera levantarla y sostenerla frente a ella para comprobar que fuese de su talla y no pertenecía a otra persona que hubiese estado allí y la hubiese dejado olvidada. Estaba seca y limpia, como debía ser.
Creyó ver algo en el agua, diferente a cualquier cosa que hubiese visto antes en ella, o quizás no. Por alguna razón llegó a pensar que era algo importante, pero no podía serlo, nada importaba, este lugar era perfecto, sería un riesgo innecesario seguir abejas por caminos desconocidos.