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Cuando León sube a las carrozas con el objetivo de seguir a los líderes de la expedición y a más carne de cañón cómo él que fue seducida por la idea de ganar dinero, los caballos reciben una fusta y comienzan a avanzar, lentamente ésta vez por obra divina.
Cuando saluda con gran escándalo a las puertas del pueblo, no había nadie para darle la despedida, aunque sí que habían personas ya que se corrió la voz de que la primera expedición desde que George murió estaba ocurriendo y no era una broma. Pero de nuevo, los que estaban, era sino por la demás "carne de cañón". Nadie de ahí conocía ni les importaban León o D'jaines.
El Bar Tender y la camarera estaban en horario de trabajo después de todo. Las otras abominaciones, en el gremio. Y la única que sí le despediría, Maria, estaba ya a su lado para lanzarse a las fauces del lobo nuevamente junto con él.
...
La carroza avanza algunos kilómetros y deja atrás las puertas del pueblo, haciendo a sus habitantes lucir cómo hormigas capaces de ser aplastadas con los dedos... De cierta forma, así es en verdad para lo que se esconde dónde ellos se dirigen.
"Muy bien. Comenzamos... Para los nuevos, ¿Pueden ver esa enorme enredadera?" Al llegar al fin del camino, al menos del visible, la mujer de cabellos rosados baja de la carroza junto al resto, los cuales se preparan para entrar. "El hongo, es parte de la naturaleza, y la naturaleza piensa por si misma... Y por eso nos intenta alejar los más que puede." Les señala el camino, y la enorme enredadera de espinos y pequeños hongos en medio del camino alguna vez trazado.
"Pero no importa, tenemos una misión que cumplir... Así que, entraremos, y llegaremos al corazón del bosque, allanando el camino para los que lleguen después." Ahora es el tipo de bata blanca quien baja y saca hojas en blanco, esas, eventualmente se convertirán en mapas. "Una vez allí, será decisión de la alcaldeza qué hacer. Irán en grupos de 2 a 4 personas. No sabemos lo que hay o cómo cambió el terreno, tengan cuidado." Termina de decir, y tanto él cómo la mujer a su lado se ponen las máscaras que cuelgan de su cintura, al igual que un abrigo con capucha en su equipaje, dejando la chaqueta roja y la bata blanca en el Carruaje.
"Un grupo se quedará custodiando la carroza y no entrará, será al azar. Los demás, muevanse... Ésto no se hará en una noche, pero tampoco algún día si no empezamos." Concluyó el doctor ya dentro de su "disfraz".
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