La verdad es que me chupa un huevo ser argentino. No me puedo sentir ni orgulloso ni con vergüenza de haber nacido en un lugar determinado, es algo sobre lo que ni siquiera tuve control. Si hubiese nacido algunos kilómetros más al este habría sido uruguayo o brasileño, si hubiese nacido algunos kilómetros más al oeste habría sido chileno. La verdad es que la nacionalidad me parece algo completamente circunstancial.
Es más, nosotros tenemos clara nuestra nacionalidad porque todos hemos nacido en un país que no sufrió modificaciones desde hace casi 2 siglos. ¿Qué hubiese pasado si yo hubiese nacido en Gnjilane en 1970? ¿Qué sería ahora? ¿Yugoslavo, serbiomontenegrino, serbio o kosovar? ¿O si hubiese nacido en Buenos Aires en 1790? ¿Cambia automáticamente mi identidad, mi cultura, mis costumbres y mis valores porque alguien decidió que cambiemos de gobierno, nombre y bandera?
El mundo siempre evoluciona y está en cambio permanente. En 1810 difícilmente podrías diferenciar a un argentino de un español, pero tras décadas de inmigración de otros países nuestro país cambió muchísimo.
La verdad es que para mí lo de la nacionalidad no es sino una mera división práctica y necesaria de territorios.