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Drifters. Rolero 07/11/2024 (Jue) 15:25:41 Id: 691e9d 103462
Existe un solo evento en nuestras vidas que no se puede repetir y ese es... La muerte... En aquel momento donde tu cuerpo simplemente se preparo para ser destruido, fuese por obra de una enfermedad, una herida, tu propia mano o simplemente por la edad, aquel evento no ocurrió, en su lugar un largo pasillo blanco repleto de puertas multicolor a los costados se extendió frente a ti hasta un hombre que detrás de un escritorio, fumaba y leía algo. Cualquier pregunta que tuvieses no pudo ser resuelta ya que en ese momento una fuerza te arrastró hacia una de esas puertas, lo demás, es historia nueva... https://youtu.be/cXabZ_-QPb0?si=Ap0zQMaREokTZffa >Personajes: Un rol de Drifters, a estas alturas dudo que alguien no conozca al menos la historia pero para los que no, es de lo más sencilla: Figuras históricas viajan a un mundo de fantasía. Entonces, hablemos de los personajes: La figura histórica debe estar muerta actualmente. Los jugadores pueden elegir cualquier figura histórica para representar dentro del rol pero, la existencia de esta figura histórica tiene que ser 100% comprobable, osea que no pueden elegir personajes como el rey Arturo o el Cid que mezclan la fantasía con la supuesta realidad. El jugador tiene la libertad de interpretar al personaje de la forma que quiera, por ejemplo, si quisiera ser Hitler con personalidad de chavoruco o un Miyamoto Musashi con complejo de hermanita menor está bien. La figura histórica que quiera representar el jugador no específicamente tiene que ser un guerrero. La figura histórica que quiera representar el jugador llevará a este nuevo mundo aquellas pertenencias con las que murió cómo podría ser una espada, armadura, arma de fuego, así como un vehículo dígase helicóptero, avión o hasta busque de guerra. La figura histórica que quiera representar el jugador no puede ser más actual que el año 1960, de ahí hacia atrás mientras la existencia de la figura histórica pueda ser comprobable. Por último, el jugador debe saber la historia de aquel personaje que desea interpretar, en este apartado hay pocas libertades que te puedas tomar, asegúrate de conocer no solo como murió si no sus relaciones, familia, amigos, alianzas, hazañas, aportes, para no crear un conflicto dentro del juego. Ya con esto, solo elije una pic para representarlo y dime quién es para comenzar el juego.
¿nombre y listo? >mao zedong
>>103464 Y pic, también como dice ahí.
>>103465 Quiero ser Jesus
>>103466 No se puede ser personajes de fantasía negro :^) lo dice el apartado de personajes.
>>103462 >Yasuke, el escudo de Oda
>>103467 >Drifters. >No Jesus tremendo b8 morocho
>>103468 Oke negro, solo espera a la noche para la respuesta. >>103472 Exacto, es que jebus es el enemigo principal
>>103468 https://youtu.be/B6oFFwAAmPc?si=tOVe6SG-K3_pb4-f Tus ojos se abrieron y tu cuerpo reaccionó de manera instintiva sentando sobre la cama con la guardia arriba, tus sentidos se pusieron a flor de piel, tus ojos buscaban, tu lengua saboreaba, sentías, olías, oías todo a tu alrededor en medio segundo que te tomo analizar los alrededores... No, este no era el castillo de Tokugawa, era... ¿Que lugar era este? Una casita de lo más humilde, una mesa, dos sillas, todo de madera, techo bajo y piso maltratado ¿Dónde? Te preguntabas mientras dirigidas tu mano derecha a tu costado sintiendo un dolor punzante, tenías vendas, por todas partes, aquel encuentro había ocurrido, Tokugawa, Hideyoshi, Mitsuhide, esos malditos, se suponía que en aquella batalla moriste, sentiste todo en ti apagarse pero luego, ese lugar, el pasillo repleto de puertas, un hombre desconocido que te arrastró al interior ¿Acaso fue un sueño?... Volteaste hacia la derecha rápidamente al sentir na presencia, tus ojos se encontraron con los de una mujer, de inmediato notaste no solo su extraña belleza aparentemente extranjera si no sus enormes orejas... - ¡Ailin aran, ailin aran, i coa nórienna! - Grito mientras salía corriendo de la habitación ¿Un demonio? Tenía que tratarse de algún youkai, seguramente habías llegado a una especie de infierno y seres como esa hermosa chica te castigarían por la eternidad, bueno, era más de lo que merecías si lo pensabas bien pero aquel demonio femenino no tardo en volver acompañada de varios de ellos que desde las ventanas y puerta acechaban curiosos por ti. Varones, todos se trataban de varones pero así como aquella todos tenían un rostro sumamente fino, eran seres bellos a pesar de esas orejas, no eran demasiado altos y todos eran rubios con ojos claros. - Nórienna, i-halya, ná carin - La chica entro jalando a uno de estos seres, este era mucho mayor a los demás, literalmente un anciano de apariencia cansada. Te miro durante unos segundos e hizo una reverencia. - Me da gusto verlo despierto, con todas esas heridas no esperaba que sobrevivirás, eres un hombre de mucha fuerza - Dijo mientras se acercaba a ti y observaba tus vendajes. - Imagino que tendrás hambre, tienes casi una semana inconsciente, te ayudare en lo que pueda de momento - Te dijo antes de mirar a la chica y asentir.
Barbanegra
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Goku
José Gervasio Artigas
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>Simon Bolivar
>>103503 Ayyy déjame hacer equipo con Bolívar, OPuto.
>>103500 Okey Teach, en la noche te doy turno. >>103502 En la noche te hago turno. >>103503 Si no responde el negro hoy te doy su lugar.
>>103503 Justo ya voy a responder
>>103490 (((Yasuke))) La neblina de la confusión era espesa, como una niebla que se asentaba sobre mi mente, dejándome sumido en una sensación de desorientación. El dolor punzante en mi costado me trajo de vuelta a la realidad. Era un dolor familiar, un recordatorio de lo que había sucedido, de lo que había sufrido. Mis dedos, instintivos, fueron al lugar de la herida, tocando las vendas que cubrían la carne rasgada. El contacto me hizo fruncir el ceño. No estaba muerto… ¿O sí? No podía estar seguro. Algo no cuadraba. Mis sentidos se afilaron, como el filo de una katana bien templada. El aire era pesado, y un olor extraño, distinto al humo y la sangre del campo de batalla, llenaba mis pulmones. El lugar no me era familiar. Los muros bajos, la madera crujiente bajo mis pies, el techo que casi parecía apretarme la cabeza. Este no era un castillo ni un dojo. No estaba en Honnō-ji, no estaba en la casa de los Oda, no estaba en la casa de Tokugawa. No estaba en el campo de batalla. ¿Dónde demonios estoy? La habitación era sencilla, austera, pero algo en el ambiente me parecía ajeno. Como un escenario donde los elementos no encajan, como un lugar que no se siente genuino. Mis ojos se movieron con rapidez por el entorno, buscando cualquier señal de amenaza, cualquier movimiento que pudiera alertarme. Mis manos se alzaron sin pensar, los dedos entrelazados, buscando el consuelo del peso de mi espada. Pero no estaba allí. No había espada, no había acero, no había defensa. Solo mis propias manos, vacías, y el recuerdo de mi deber. La memoria de la batalla de Honnō-ji se deshizo en mi mente como un sueño roto. Recordaba la furia de las llamas, el rugido de los samuráis en combate, los gritos que se mezclaban con el crepitar del fuego, el caos absoluto. La traición de Mitsuhide, que, con la precisión de una serpiente, se había levantado contra Nobunaga, y contra mí. Mi señor, Nobunaga Oda, el hombre al que había jurado lealtad y su hijo, el joven señor Nobukatsu, aquel chico al que quería seguir después de su padre.¿Por qué? Mi mente no podía procesarlo. Había sido uno de los nuestros, y aún así me había quitado la vida. Había caído a manos de uno de los míos, como si fuera solo una pieza más en un tablero de ajedrez, movida sin piedad para obtener un objetivo más grande. Pero no podía permitir que esa impotencia me dominara. Como samurái, como hombre de honor, no podía dejar que la duda me devorara. El dolor de mi costado me devolvió a la realidad. Me levanté de un salto, las piernas temblorosas al principio, pero pronto recuperé el equilibrio. Mis ojos volvieron a recorrer la habitación, cada rincón, cada sombra, buscando respuestas. Y entonces la vi. La figura, delgada y misteriosa, parada en el umbral. Mis instintos se dispararon, y de inmediato me puse de pie, adoptando una postura defensiva, aunque aún sin espada. Una mujer. No era una mujer común. Sus orejas alargadas y su rostro de una belleza extraña, casi sobrenatural, me desconcertaron. Sus ojos brillaban, pero no era solo el brillo físico de la luz que se reflejaba en ellos. Era algo más, algo que no entendía. ¿Qué era ella? Se parece a aquellos hombres blancos que alguna vez me tomaron como esclavo y me llevaron a donde me encontré con mi señor ¿Y por qué me observaba con esa intensidad? Mi corazón latió más rápido, pero me obligué a mantener la calma, a no mostrar miedo. Un samurái nunca muestra miedo. Así lo me lo enseñaron. —¿Quién eres? ¿Dónde estamos? Esto es el... Mas allá... —Mi voz, grave y firme, cortó el aire. No había espacio para vacilaciones. La situación era confusa, pero mi deber seguía intacto, aunque no tuviera claro qué estaba sucediendo. La mujer comenzó a hablar en un idioma que no comprendí, una lengua extraña, que resonaba en mis oídos como un eco lejano, esto me recordó a cuando llegue a Nihon y no entendía el idioma de Oda. Sus palabras eran rápidas, con un tono urgente, pero su postura no mostraba hostilidad a pesar de yo medir 2 metros y ser notablemente mas grande que ella. Antes de que pudiera procesar lo que decía, ella se giró y corrió hacia la puerta. Mis ojos la siguieron, y un sentimiento de incomodidad se apoderó de mí. Era como si estuviera atrapado en un lugar donde las reglas que conocía ya no tuvieran sentido. De repente, la puerta se abrió con un crujido. Entraron otras figuras. Más de ellos, pero todos eran parecidos a la mujer. Seres extraños, de rostro fino, ojos claros, y un brillo casi etéreo en su piel. No eran humanos. ¿Qué demonios está pasando? Mi instinto de samurái se activó de inmediato. El peligro estaba cerca, pero no por sus miradas o sus formas, sino por lo que representaban: lo desconocido. Mi corazón latía con la furia de la batalla, pero mi mente buscaba respuestas. No estoy muerto... al menos no de la manera en que entiendo la muerte. Pero este lugar no era el campo de batalla. No era Nihon. ¿He sido llevado al infierno? O quizás a otro mundo, uno donde las reglas eran diferentes, y yo, un samurái extranjero, estaba atrapado. Un hombre de edad avanzada entró en la habitación, y su presencia hizo que la atmósfera se tornara aún más extraña. Su porte no era el de un guerrero, pero sí de alguien que estaba acostumbrado a la quietud, a la calma, a la reflexión. Sus ojos, cansados, se posaron sobre mí. Era el líder de estos seres, o al menos eso parecía. Me miró sin sorpresa, sin miedo, y luego hizo una reverencia, algo que no esperaba. No lo entendía, pero no era momento de cuestionar. *No estoy en posición de cuestionar nada*. <Me da gusto verlo despierto, con todas esas heridas no esperaba que sobreviviera. Es un hombre de mucha fuerza. Su voz era profunda, pero cargada de una serenidad que contrastaba con la desesperación que sentía en mi interior. No respondí de inmediato. En lugar de eso, miré las vendas que cubrían mi cuerpo. Las heridas del combate. ¿Cuánto tiempo he estado aquí? El silencio entre nosotros fue denso, pero no incómodo. Yo no estaba en posición de exigir respuestas, pero el hecho de estar vivo me sorprendía. Después de todo lo ocurrido, después de que la espada de Mitsuhide me cortara el alma y el cuerpo, ¿Cómo era posible que estuviera aquí, en este lugar extraño? Mori, es imposible que alguien me haya salvado. Mi mirada se endureció mientras respondía, mi voz seria, cargada de desconfianza: —No sé cómo llegué aquí. No sé qué clase de lugar es este, ni qué clase de seres son ustedes. Pero… ¿Dónde está mi espada? Necesito recuperar mi honor. Mi corazón seguía palpitando fuerte. Aunque mi cuerpo estaba herido, mi mente estaba intacta. No podía quedarme aquí, no sin entender qué sucedía. No podía simplemente rendirme. Un samurái verdadero nunca se rinde. No importa lo que pase, siempre hay algo más que hacer. Me tomé un momento para mirar de nuevo a los extraños. Ellos no parecían hostiles, pero mi desconfianza era mayor que cualquier gesto amable que pudieran ofrecerme. Mi vida había sido una serie de batallas, traiciones y caídas. ¿Qué era este nuevo lugar, sino otro obstáculo que debía superar? En mi pecho ardía la llama de la determinación. La muerte no había ganado. No aún. <Imagino que tendrás hambre, tienes casi una semana inconsciente, te ayudare en lo que pueda de momento Pero mi estomago me hace una jugarreta y resuena como el rugido de algún temible yokai, esto me deja en silencio con suma vergüenza, no puedo tirar a la basura mi orgullo, menos delante de extraños así que toso para fingir que no acaban de escuchar mis tripas hambrientas y para desviar el tema comento: — ¿Tu eres el líder de aquí? Si no, llévame con tu líder...
>>103513 - No tienes de que preocuparte, soy el encargado de este lugar - - Heru, helpë, ilye hlarë nai caurea - Llamo uno de ellos mientras dos de los varones entraban a la habitación cargando tú espada claramente sufriendo por el peso de esta. - Lóte quettar essë - Les dijo el anciano, ambos asintieron y avanzaron para dejar la katana a tu lado y retroceder mientras la chica entraba cargando un cuenco de madera. ... https://youtu.be/phK2F_LW_lo?si=V9j0Oug2j1V6UA5L No había una respuesta clara para esto, según aquel anciano habías aparecido en el bosque con heridas de muerte por todo tu cuerpo, según sus palabras a veces aparecían personas extrañas en el bosque, algunas con heridas demasiado graves que no podían ser salvadas, dejo en claro que ellos entendían que las personas como tú no pertenecían a esas tierras pero tampoco entendían como llegaban, hacía un tiempo un hombre de piel clara apareció cerca de sus campos de cultivos, el portaba una espada muy parecida a la tuya, aquel hombre vestía ropas blancas y rechazo toda ayuda, se sabe que se dirigió hacia las ruinas de un castillo al norte de ahí y que no permite que nadie entre a ese territorio pero a parte de eso no pudieron brindarte más información por que simplemente no sabían nada más de ustedes, vagabundos, esa era la forma común de referirse a ustedes. - I coa, tultien ar i eldaron nai carir meldo - - Nai, arë quildë meldo ná ruc - Un par de esos seres hablaban, eras el centro de atención pero de una forma algo incomoda, una vez el anciano se retiró pidiendo que comieras algo todos los demás se quedaron a observarte, debía ser ya muy tarde, por la ventana se notaba la luna ya alta y sobre la comida, la verdad es que no se veía para nada apetecible, era una mezcla de pan viejo con sopa, este lugar debía ser muy pobre, al menos ahora sabías que no eran peligrosos. - ¡Hrestali, úvëa lende, i heru quetë, 'ná coa méléa! - La chica regaño al grupo y me jalo la oreja a uno, todos algo decepcionados comenzaron a retirarse pero antes de irse uno de ellos grito desde el exterior. - ¡I neri ar i coa ná sinome! - La expresión de todos cambio a una claramente de miedo. ... https://youtu.be/IuYoUCeRC2k?si=Lj5pdBUC7PcPuPVh El pueblo se reunía afuera con su líder delante mientras la marcha de un grupo de caballos se escuchaba acercándose, eran más de 10 hombres, humanos en apariencia, vestían armaduras de apariencia pesada y llevaban sus antorchas para iluminar el camino ¿De que asunto se trataba? Aquel de armadura plateada que iba adelante comenzó a hablar. - Orejas largas, recibí un reporte que pude atender hasta ahora - Hablaban un idioma que entendías pero ellos no parecían de la tierra del sol naciente, eran más bien gente del norte o algo así. - El recaudador dijo que ibas a poder pagar la cuota del mes ¿Que se supone que están haciendo? - - Es una pena - Le respondió el anciano. - Es posible que la tierra este molesta por ser tan explotada, el trigo cada día es más escaso, quizás solo debemos dejar que descanse -
[Expand Post] - Oye, este es el segundo mes que no puedes pagar el tributo, hasta este momento he sido muy piadoso contigo, incluso fui permisivo al dejar que tú hija se quedará contigo cuando las mujeres fueron llevadas al castillo ¿Acaso quieres faltarme al respeto? - - Claramente ese no es mi deseo señor pero siendo sincero, es poco lo que puedo hacer si la tierra no coopera - Esto último molesto a aquel hombre, quizás por el tono más que por las palabras. https://youtu.be/TnVBFI3iT-Q?si=X7k4pCJRXZ3eyc8U - ¡Heru arda! - Gritaron en coro mientras veían al jefe retroceder tras ser apuñalado en el hombro con la lanza de ese sujeto, al anciano levanto la mano pidiendo que no se acercarán, este solo exhaló y negó con la cabeza. - Está bien, no tiene de que preocuparse, encontraremos la forma - Les dijo el anciano sin perder la calma, la sangre escurría por su brazo inutilizado hasta la tierra. - No, está vez no será suficiente ¿Que pensaran los otros pueblos si dejamos que unos sucios elfos se aprovechen de nosotros? - Movió la mano y dos de sus acompañantes bajaron de sus caballos desenvainando sus espadas. - Tu y tu - Señalo a dos de los llamados elfos. - Serán el ejemplo de lo que pasa cuando faltan en su trabajo, les dejaré elegir que mano conservar - - Disculpe mi señor, no puedo permitir eso - Dijo el anciano mientras se interponía. - Mira anciano, no quiero tener que acabar contigo, en el peor de los casos el pueblo perderá su organización y tendré que matarlos a todos, eso no le conviene al rey, apartarte ¿Quieres? - - La verdad es que no - Le respondió. La tensión se sentía en el aire y una persona con tanta experiencia como tú lo entendías bien, estaba a punto de comenzar una masacre, los elfos no tendrían oportunidad alguna.
>>103500 https://youtu.be/_HrLMpzvDTQ?si=GaLgQuveYdvjQ2eA https://youtu.be/fW6HbQg-qlQ?si=3brbPVjdomWuNrr1 - Maldito seas Edward Teach - Exclamo el capitán de la marina británica Robert Maynard quién desde el Pearl, pensar que un grupo de malvivientes sería capaz de enfrentar a dos naves de marineros tan capaces. Los cañones rugían desde todos los puntos aquel día de gruesas nubles y fuertes vientos, desde el Adventure el famoso capitán Barbanegra comandaba a sus hombres en una última batalla que traería un antes y un después al mundo de la piratería. - Señor, el Ranger está siendo abordado - - ¿Cómo es eso posible? - - Señor, Teach ha sido alcanzado por varias balas de mosquete pero sigue en pie, todos los que han abordado terminan muertos, no importa cuanto lo apuñalen, si no nos retiramos todo el batallón caerá - - ¿Por la mano de ese inmundo? Es solo un hombre, capaz de morir como cualquier otro, me encargaré yo mismo ¡TEAAAAAAAAAACH! - ... https://youtu.be/B6oFFwAAmPc?si=ArnvvGlqOt1ZYIvG https://youtu.be/qbNUKmpYPtk?si=Sue3Z-2LMbekqtQH Tus ojos se abrieron lentamente mirando el cielo azul llevando solo un par de nubes viajeras, la arena, habías tocado tierra sin recordar el momento, esa batalla, el maldito Maynard, fue un combate digno de ser escrito, ese día recibiste tantas heridas que el cuerpo aún te dolía, no, en realidad dolía como si hubiese sido hoy mismo. Muy lentamente te sentaste sobre la arena y palpaste tu cuerpo, levantaste tus ropas y observaste los agujeros por dónde habían entrado las balas, los cortes de las espadas, literalmente otro día en el trabajo, lo que para cualquier persona sería motivó de muerte para ti no era más que un rasguño pero más importante que cinco disparos en el pecho ¿Que había pasado? En un momento recuerdas cruzar espadas con Maynard y al otro un pasillo blanco, en aquel momento no estabas tan lucido como para entender pero ese hombre detrás de la mesa, con un movimiento de sus dedos te lanzó al interior de la puerta y luego esto, es seguro que tú tripulación fue exterminada, esa era una batalla que desde el principio sabías que perderías pero algo lo impidió, pensando un poco te pusiste de pie sacudiendo la arena de tu cuerpo, aún tenías contigo tus armas, levantaste tu sombrero del suelo y miraste hacia el mar guardando unos segundos para procesar... Era una buena noticia que el Adventure estuviera ahí pero... ¿¡Cómo se suponía que lo bajarás de ahí!? Tu pobre nave, repleta de agujeros producto de la batalla se encontraba encallada sobre pilares de rocas sobre el mar, desde ahí no se notaba miembro alguno de tu tripulación, tenías que meditar un poco pero no tenías tiempo, algo se acercaba. - Es por aquí, una especie de estructura alargada hecha de madera - De entre los arbustos viste salir a dos personas, personas, eran extrañas, no demasiado altas,.un hombre y una mujer, quizás sería mejor expresado ¿Un macho y una hembra? Tenían extrañas protuberancias saliendo de sus cabezas, orejas de animal y una cola esponjosa que meneaban al caminar. - Ahí essss - Ambos se detuvieron al verte. - ¿Que es eso? - Pregunto la chica con una expresión de emoción. - Quédate atrás - Te miro de pies a cabeza, sus ojos se centraron en tú espada curva. - Está armado, debe ser, uno de esos vagabundos - - ¿Hablas de? - - Si, los que busca el imperio -
[Expand Post]- Waaaaa - Con ojos brillantes esquivo al chico. - Yuel ¿Que haces? Regresa aquí, maldita sea - - Dis- Disculpe ¿Es cierto? ¿Es usted uno de esos guerreros? - Pregunto sin acercarse demasiado pero con cierta ilusión, no sabias de que hablaba o que eran ellos, como habías llegado a este lugar era aún más extraño, quizás ellos podían ayudarte de alguna forma.
>>103502 "La unión hace la fuerza" Esta expresión reflejaba su visión de la importancia de la solidaridad y la cooperación entre las provincias y los pueblos para lograr la independencia y la justicia. En ese entonces había un hombre que defendió con firmeza la unidad de las provincias del Río de la Plata bajo un sistema federal, en contraposición a los intentos centralistas de Buenos Aires. A lo largo de su vida, Artigas instó a sus seguidores a mantenerse unidos en la lucha por la libertad y la autonomía, considerando que solo a través de la colaboración mutua sería posible lograr un futuro próspero para las naciones sudamericanas. Esta frase sigue siendo un símbolo del pensamiento artiguista y de su lucha por la justicia social y la independencia. ... A veces da miedo, no importa cuanto tiempo la vida te prepare para ese momento, sin importar tu edad, cuando te das cuenta de que ya no hay nada que hacer, por qué el tiempo nos alcanza a todos. Al final de una vida especialmente difícil donde el hambre y la enfermedad azotaba cada día, no se puede decir que hayas sufrido más que aquellos que se quedaron atrás, no todos pueden decir con orgullo que vivieron sus 86 años, pero, si se algo podrías arrepentirte en tantos años es en aquel fracaso. El 23 de septiembre de 1850 en Asunción, Paraguay, sentado en una silla de madera observando el cielo azul y disfrutando del cálido clima, a la edad de 86 años, José Gervasio Artigas muere a causa de la edad... https://youtu.be/XC6XTSfbBWQ?si=q3Jarnhz_BRmOesx Aquel último pensamiento que paso por su mente aquel día fue un canto de libertad y piedad por un sueño de libertad. ... https://youtu.be/B6oFFwAAmPc?si=bFtKl6A_U7w7-Ey9 https://youtu.be/rmvOrkgFLGg?si=3D4YchZXjm9PxMn7 Tus ojos lentamente se fueron abriendo al sentir el sol sobre tu rostro, pasaron dos segundos mientras tú visión se aclaraba y el sonido de la actividad llegaba a tus oídos, tardaste otro par de segundos para que tu cerebro te diera el momento de preguntarse... ¿Que era todo esto? Un pueblo rodeado de árboles, casa de tejas cerca del mercado, gente andando y haciendo vida, carretas, caballos, el aroma del pan y el pino, estás tierras desconocidas parecían prepararse para un festival, las banderas y adornos cruzaban de techo en techo ¿En qué momento? ¿Esta visión de fantasía pertenecía a la alta fiebre que tuviste anoche? No, esa sensación de malestar se había ido, el dolor de huesos, la resequedad en tu boca, la dificultad para respirar, te sentías rejuvenecido y no solo era una sensación, mirando la ventana frente a ti tuviste que aguantar la respiración, aquella apariencia demacrada por la edad se había ido, en su lugar tu decrépito cuerpo había regresado a aquellos días de gloria donde el líder militar José Gervasio Artigas disfrutaba de su mejor forma a sus 46 años, sin querer entender una línea de lágrimas escurrió por tus ojos ¿Era esto una mala broma... O quizás la vida decidía darte una segunda oportunidad para enmendar tus errores en un nuevo lugar?... Una Carabinas de chispa en la espalda y un sable en la cintura acompañaban tu impecable uniforme. ... Podías apreciar aquel lugar caminando por sus calles de tierra, la gente, vestida con ropas típicas de un pueblo algo más antíguo te daban a entender que este era el pasado en un continente seguramente del norte al juzgar por los tonos de piel y ojos. Se notaba como un lugar bastante alegre y tranquilo donde la economía era bastante buena, vivían sin preocupaciones, esos niños corriendo mientras jugaban con una vara solo reforzaban esto, en un lugar con tanta paz ¿Que era lo que Dios podía querer de ti?... https://youtu.be/cp-yJgYCIIs?si=0Z9ZacyBV8pCHRFP La gente se comenzaba a reunir alrededor de la caravana que en jaulas transportaba, los lugareños miraban con emoción las presas de esta gente que creaban cierto conflicto con su apariencia más ruda, en sus jaulas llevaban seres que te hicieron dudar de tu cordura incluso en ese momento. Un reptil alado del tamaño de un barril, un caballo con un cuerno creciendo de su frente, una serpiente de tres cabezas, un león con cabeza de águila pero más interesante... - Mira mamá, Erunes - Dijo el niño señalando una jaula donde dos niñas miraban a la multitud asustadas. - Claro que sí, nuestra colección tiene seres de todas partes del continente, estos Erunes son traídos desde la isla Gamado para el disfrute del público, han sido adiestrados para el show - Le dijo aquel gordo con sombrero de copa al público, tomando el látigo de su cintura golpeo los barrotes de la jaula haciendo temblar a las niñas. - Arriba bestias, el público quiere verlas en acción - Las niñas solo pidan abrazarse y cerrar los ojos ante el miedo que esto les producía.
>>103503 Si algun negro no responde hoy te doy su lugar Bolivar.
>>103544 (((Yasuke))) —Gracias. Fue lo único que respondí ante la amabilidad de aquel ¿Hombre? Que se hace decir el "encargado del lugar" pero aun no me siento aliviado ni tranquilo, tal vez deba olvidarme un poco de mi señor Oda pero no puedo, no puedo dejarlo ir ni nada. Escucho el crujir de los pasos de los hombres mientras entran en la habitación, sus sombras alargándose en las paredes de madera. La espada, mi katana, pesada como el propio destino, se desliza hasta mi lado, un recordatorio mudo de mi propósito. Me quedo quieto, observando. No es el momento de hablar, ni de preguntar. Ya he aprendido que los caminos de la vida a menudo nos cruzan con destinos ajenos a nosotros, y no tengo otra opción que seguir adelante, aunque no comprenda todo lo que sucede aquí pero la historia de aquel otro "vagabundo" con una espada similar a la mía llama mi atención, parece que tengo que ir a ese castillo en el norte y ver de quien se trata, por unos segundos pienso en mi señor Oda o en mi joven señor Nobukatsu pero no me quiero hacer de ilusiones falsas, solo iré con el fin de encontrar respuestas que aquí no va a encontrar ninguna. El anciano, con su rostro marcado por el tiempo y la sabiduría, murmura en su lengua, guiando a sus hombres con calma, indicándoles cómo colocar la espada. No me importa que no hablen mi idioma. La gente puede decir muchas cosas, pero al final, lo que importa es lo que está detrás de sus palabras. La chica entra con un cuenco de madera en las manos, con una mezcla de duda y cautela. Su mirada se cruza con la mía, pero no le ofrezco más que un asentimiento. No soy de los que hablan por hablar. Mi boca está sellada, y solo el filo de mi katana podrá hacer resonar mi voz si las circunstancias lo exigen, por eso mismo me da igual ser el centro de atención de esta gente, aunque este sentimiento es nostálgico. Ella deja el cuenco frente a mí y se va, aunque antes le hago una reverencia agachándome hasta que me frente choca el suelo, claro, dudo en comer pero a veces el hambre puede apagar cualquier tipo de orgullo e incluso el mío, además esta gente no se ve peligrosa, no hace falta dudar o al menos no tanto, de esta forma como mientras veo de reojo a esa chica y como regaña a sus iguales, eso me hace sonreír brevemente, no se por que me recordó a la joven hija de mi señor, Tokuhime, era una muy agradable y cálida muchacha pero con mucho carácter, no por nada era heredera del rey demonio del sexto cielo. ... El ambiente se vuelve pesado de nuevo. Los murmullos a mi alrededor parecen intensificarse, las palabras que no entiendo llenan el aire, y aunque el tono parece ser amistoso, algo no está bien. La tensión crece, lo siento en la piel, en la forma en que los hombres de este lugar me observan. Los elfos, como los llaman, no están acostumbrados a algo tan... diferente. Y esa diferencia es la que pesa más que cualquier espada. Pero yo no puedo preocuparme por eso ahora. Debo mantener la calma. Entonces, al fin, escucho el sonido de los cascos, resonando a lo lejos. La marcha se acerca, como el retumbar de un trueno que anuncia una tormenta. Mi mano se cierra ligeramente sobre la empuñadura de la katana, mi cuerpo se tensa, instintivamente preparado. El anciano intenta tranquilizar a todos con sus palabras, pero yo sé lo que está por venir. La guerra no se prevé en palabras, sino en el aire denso de los momentos previos a la batalla. Los hombres que llegan están armados, pesados, con el brillo de sus armaduras iluminado por las antorchas. Ellos, con sus voces llenas de mando y arrogancia, empiezan a hablar. El líder, con su armadura plateada, lanza palabras llenas de desprecio, como si fuera dueño de todo lo que toca. Su mirada recorre a los aldeanos, y entonces se posa sobre el anciano. Mi instinto se agudiza. He visto esa mirada antes. Es la mirada de quien no vacilará en destruir lo que no le pertenece, ahora entiendo por que esta gente no parece estar a gusto con extraños, esos son hombres, hombres como yo o bueno, de mi mismo mundo que lucían como "Nanban". La conversación se vuelve tensa, los tonos se elevan. No entiendo completamente las palabras, pero el significado es claro. El hombre de la armadura plateada está exigiendo tributos. Y lo peor: amenaza con tomar las manos de los elfos si no cumplen con lo que le deben. La furia empieza a burbujear en mi interior. Como samurái, debo honrar la vida, pero no puedo permitir que alguien trate a los más débiles con tal desprecio. Es un acto de deshonor. Y un samurái jamás debe permitir que la injusticia se imponga sin hacer nada. Mis ojos siguen cada movimiento del líder, cada gesto de sus hombres. Sé lo que está por pasar. Sé que este hombre no negociará, que su orgullo lo llevará al borde. La violencia está al acecho. Y mi katana será la que marque el comienzo de este conflicto, si así debe ser. El anciano, con una calma que sólo los más sabios pueden tener, se interpone. Su brazo sangra, y aunque su rostro muestra serenidad, sé que en su interior las sombras se están preparando. Me levanto lentamente, mis piernas aún doloridas, pero mi mente clara. Es el momento. Dejo mi katana reposar en mis manos, el acero frío, casi como una extensión de mi propia voluntad. El anciano ya ha hablado, y aunque él trata de evitar que se derrame más sangre, su nobleza no me permitirá quedarme de brazos cruzados. Es mi deber, como samurái, actuar con honor, y si esto se convierte en batalla, no dudaré en defender a los inocentes. Dejo que mi voz, profunda y tranquila, se eleve por encima del murmullo del pueblo, por encima de la amenaza inminente: —No lo permitiré... Mis ojos se fijan en el líder de los hombres, aquellos ojos que reflejan la arrogancia de quienes no temen a nada. Pero él no entiende lo que es el honor. No sabe lo que es ser samurái. Dejo que mi mano se deslice hacia la empuñadura de la katana, su peso conocido. Si estos hombres quieren guerra, la tendrán. Pero no sin que antes paguen el precio de su deshonor. La tensión es palpable. Los aldeanos se agachan, esperando lo que vendrá. Yo, Yasuke, me preparo para la acción. Si la violencia es inevitable, entonces seré yo quien marque el ritmo de esta batalla. Porque el honor, una vez desafiado, exige justicia, de esta forma me acerco al soldado de la armadura como si fuese una armadura, me entrenamiento me ayuda a ser tan agile como un gato y antes de que se de cuenta, el líder de los hombres tiene el delgado filo de mi katana en su muñeca, en la muñeca de la mano con la cual agarra su espada de forma extraña, el caballero sin honor debe saberlo, si muevo mi filo, nunca podrá levantar su espada otra vez pero no le corto la mano, le doy una oportunidad. —Soy Yasuke, el escudo de Oda, pero no solo soy escudo de mi señor, soy escudo de los débiles, del mas necesitado, del desamparado, del desesperado, del esclavo, del pobre, del hombre o ser que quiere libertad, del indefenso y de la esperanza pero también soy la espada de Nobukatsu y no hay nada que no pueda cortar así que... Váyanse... Si quieren guerra, les daré guerra, si quiere paz, les daré paz, ustedes deciden. Y ahora, no queda más que esperar el primer movimiento.
>>103545 Oi, oi. Dos navíos, un par de balandras, más de 50 hombres. Todo esto solo para acorralarme ¿Y aún así te escondes? >Barbanegra cuyo cuerpo estaba lleno de heridas abordó sobre el Ranger con una sonrisa presumida y un paso tranquilo >Estaba bañado de la cabeza a los pies en sangre, pero contrario a lo que podría parecer muy poca le pertenecía a él >Los cortes y disparos que había recibido lejos de hacerlo lucir débil o derrotado solo le conferían una imagen más aterradora >Esto combinado con el humo de las mechas que siempre llevaba en su sombrero a la hora de atacar lo hacían ver como un fantasma o un demonio >Cualquier marinero en su sano juicio huiría al encontrarse con el cadáver viviente que tenían en frente suyo >Debido a eso no le sorprendió lo vacío del Ranger al momento de abordar, todos estos cobardes deben de haber saltado por la borda Maynard... ¿¡Que esperas!? ¡¡Más balas!! ¡¡Más balas!! >Su sonrisa se desinfló en cuanto la tripulación enemiga salió de su escondite, con Maynard a la cabeza >Le molestaba el haber caído ante una táctica tan desesperada como esta, pero enojarse no cambiaría la situación >Desde el principio este era un escenario muy poco favorable para él y su única oportunidad de salir con vida era asustando al enemigo >Dicha posibilidad se esfumó ahora que lo habían acorralado, podía arrodillarse y rendirse para que le perdonen la vida >O podría pelear hasta la muerte para llevarse a cuantos pueda consigo, de más está decir cuál fue su elección >Alzó su espada, esquivó el golpe de Maynard y apuntó a los dedos de este, obligándole a tirar su arma >Vió como el cobarde de Maynard se llenaba de miedo mientras se apresuraba en obtener su pistola >Ni siquiera se molestó en esquivar el disparo, es más le estaba instando para que siguiera >Ya había recibido varios de estos hoy, uno o dos más no harán la diferencia, aunque sí lo harán para Maynard >Se abalanzó hacia adelante listo para tomar su cabeza, pero antes de que pudiera hacerlo una silueta apareció detrás suyo >El marinero que le atacó por sorpresa logró cortarle el rostro, cegándolo momentáneamente y obligándole a caer al suelo >Se apresura en limpiarse la sangre de los ojos y al recuperar la vista lo primero que ve es el filo de una espada a punto de golpear su cabeza ... >El suave arrullo de las olas del mar golpea las costas, con este sonido tan familiar Edward abre los ojos >Se recompone con prisas y lleva su mano hacia su sable, da un mejor vistazo a sus alrededores en busca de enemigos >Sin embargo, no había nadie ni Maynard, ni sus hombres, ni siquiera el bastardo que le cortó el rostro >Estaba en... ¿Donde estaba? Estas nos eran las costas de Ocracoke o de ningún sitio que reconozca >Se puso de pie y comprobó el estado de su cuerpo, las heridas que recibió seguían allí tan frescas como cuando se las hizo >No debió de haber estado mucho tiempo dormido y aún así había logrado encallar en aguas desconocidas >Sacó su catalejos, observó hacia la distancia y se encontró al poco con el Adventure, su barco >Aunque este se encontraba en peor estado que él ¿El resto de sus hombres siguen allí dentro? >¿Qué demonios están haciendo que aún no han venido a buscarlo? No, más importante ¿En donde está el enemigo? >Dos navíos y dos fragatas no son algo que desaparezca tan rápido en el horizonte, aunque podría decirse lo mismo de su barco >Se esforzó en recordar lo sucedido, pero por más que pensara lo único que le venía a la mente era el momento el en que casi pierde la cabeza >No, había algo más una muy corta memoria sobre una sala blanca llena de puertas y un hombre de aspecto extraño sentado a lo lejos >Pensar en esto no lo estaba llevando a ningún lado, necesitaba encontrar la forma de entrar al Adventure y comprobar el estado de su tripulación ¿Sigues escond-... >El ruido de los arbustos hizo que se pusiera en guardia, levantó una vez más su espada y volteo para ver de qué se trataba >En vez del enemigo o algún rostro conocido, lo que se encuentra son... ¿Nativos? Y unos muy extraños cabe decir >Sus viajes marítimos fueron en su mayoría en torno a las Américas, existían tribus extrañas en esos lados, pero nunca escuchó de una como esta >Bajo la espada en su desconcierto y dejó que la chica se le acercara mientras la veía de arriba a abajo sin hacer caso a sus palabras
[Expand Post]>Caminó hasta estar enfrente suyo, acercó el rostro al de la mujer inspeccionando a detalle cada uno de sus rasgos tan llamativos >De entre todos estos los que más le llamaban la atención eran los adornos parecidos a orejas que tenía sobre su cabeza >Levantó la mano desarmada hasta la altura de su cabeza y tocó con suavidad una de sus peludas orejas >Lo que inició como una simple caricia pronto se convirtió en un fuerte tirón al punto de casi arrancárselas >Eran reales, no se trataban de simples adornos, genuinamente esas orejas pertenecían al cuerpo de la mujer frente a él >Aquello era un tema desde luego curioso, pero había otras cosas más importante que tratar primero y la mejor forma de hacerlo era... Les haré unas simples preguntas, lo que suceda luego dependerá de sus respuestas. Tú, chico mencionaste un imperio ¿Quién lo gobierna y que buscan de mi? Puede que no conozca este sitio, pero si sé que estemos donde estemos la corona británica no tiene ningún poder aquí ¿Quién tiene control sobre estas costas entonces? ¿Francia, Portugal, España? ¿O acaso estamos en aguas asiáticas? >Miedo, la mejor forma de obtener lo que uno quería siempre era el miedo y eso era algo que él sabía muy bien cómo provocar >Tomó con rapidez el brazo de la chica, lo dobló con brusquedad sobre la espalda de esta y posó su espada en el cuello de la mujer >Estuviese en donde estuviese parecía ser que seguía estando en la mira de la gente con poder, o eso fue lo que entendió en base a lo que dijeron >Fuera quien fuera este imperio no les iba a dar el gusto de poder encerrarlo en una celda para que se pudra >Las cosas irían muy mal para estos sujetos si demostraban cualquier clase de relación con aquel grupo >Pero si por el contrario le demostraban el no ser un peligro entonces podría considerar el perdonarles la vida
>>103598 Al parecer voy a disfrutar mucho el rol de Teach kek
>>103584 Aquella forma no era otra que la perfección en combate, a pesar de tu tamaño tus movimiento momentos eran tan rápidos y silenciosos que el momento en que tú espada acarició la mano de uno de los atacantes todo permaneció en silencio. Elfos y humanos, todos se quedaron congelados ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué? Eran las preguntas que se hacían, que una persona se moviera de esa forma escondiendo por completo su presencial dejaba a todos atónitos, tu mirada era tranquila, unos pocos hombres como esos no eran nada comparados a los ejércitos que habías enfrentado antes en nombre de tu señor, las batallas de Toyotomi, los hombres de Mitsuhide, esos eran guerreros tan hábiles que parecían haber superado el límite de lo humano y aún con esas habías logrado salir victorioso, esa gente había nacido por y para la guerra, sus propios ojos lo decían y estos, estos a pesar de sus ostentosas armaduras y brillantes espadas no eran más que acomodados que servían a un rey que seguramente jamás había pisado el campo de batalla, para alguien como tú eran una vergüenza, incluso derramar su sangre no te traería ningún honor como guerrero. Aquel a quien apuntabas levanto levemente la cabeza viendo tu rostro, un escalofrío recorrió su espalda mientras su líder decía en voz baja: - Drifter - Apretando el puño derecho. Se tomó un momento antes de llamar la atención de sus hombres. - Entiendo... Suban, nos retiramos... Por ahora - Los elfos fueron liberados y los caballeros montaron, sin decir más el grupo dió media vuelta para retirarse, no había sido necesario usar la violencia. Los elfos te miraron, diferente a lo que podías esperar parecían más bien... Molestos... - ¡Lóte, ná lóte, ánië melme órenyallo! - Quién te gritaba mientras empujaba tu enorme brazo era la única mujer del pueblo, estaba furiosa pero no entendías la razón. - Ailinor ar nai quetië námaron - Te fue imposible no voltear hacia el único capaz de hablar tu idioma, los demás elfos se acercaban a el buscando auxiliarlo. - No es nada, le preocupa que los hombres del rey regresen - Ayudado por los demás se sentó sobre la arena dejando que lavaran su herida. - Los vagabundos, Drifters como les llaman ellos, las personas como tú son consideradas enemigos de suma importancia para el reino de Horte, son cazados y asesinados, todo aquel que resguarde o esconda información sobre uno será ejecutado - A pesar de sus palabras parecía de alguna forma tranquilo, quizás solo estaba resignado, después de todo el lo sabía y aún así decidió ayudarte. - Uva nar antëa, uva nar ellon, nyérenna urco - Dijoa chica para luego mirar a su padre y mover la cabeza pidiendo que traduzcan sus palabras, el anciano suspiro y comenzó. - Nuestra gente es incapaz de luchar, no tienen las armas ni la experiencia pero, esto era algo que pasaría tarde o temprano, ahora que nuestras cosechas han bajado iba a ser cuestión de tiempo para que fuésemos ejecutados, lo mejor que pide hacer en mi egoísmo fue salvar una vida, la tuya - Podías verlo en los ojos de todos los presentes, hablaban entre ellos en su idioma y a pesar de no entenderlo sus caras lo decían todos, estaban asustados, todos sabían que enfrentarse a los hombres del rey, era un suicidó, podías ver a los más jóvenes casi llorando del miedo. - Usted debería retirarse ahora, nada lo ata a este pueblo pero nosotros no tenemos a dónde ir, aceptaremos nuestro destino y moriremos en el lugar de nuestros antepasados - Te dijo mientras se ponía de pie y sacudía su ropa.
>>103598 Aquello fue extraño para ambos, en el momento en que lograste acariciar esas extrañar protuberancias la chica se quedó literalmente congelada, su rostro se torno de un rojo intenso mientras sus ojos se abrían como platos, que alguien tocará sus orejas de esa forma tan... Cariñosa, la había tomado por sorpresa pero esa extraña sensación no duró mucho ya que al sentir como estás crecían de su cabeza como cualquier otra extremidad no dudaste en jalarla hacia ti y colocar el filo de tu sable contra su cuello. - ¡Yuel! - Grito su compañero con intenciones de correr a socorrer a la chica pero al ver tu expresión simplemente se detuvo, en tus ojos vio algo que obligó a su cuerpo a detenerse, era su instinto, lo que le producidas era... Miedo... Tuvo que resignarse a escuchar tus preguntas esperando que responderlas fuese suficiente para que la dejaras ir. - No... No se de que hablas, este continente es gobernado por el imperio Horte, fue, fue fundado por uno de los tuyos, un vagabundo, Drifters es la palabra que usan para llamarlos, el era mayor, usaba un pequeño bigote, tras unificar el continente se suicido usando una extraña arma - Miro tu pistola de dos cañones colgada en tu cintura. - Era, era muy parecida a esa - La señalo. - El dejo a su cargo al rey Cartaphilus y la orden de acabar con los Drifters ya que son considerados una amenaza, pero el no gobierna el mar, los mares pertenecen a otro Drifter llamado Sinbad, el gobierna los mares junto a su mesa redonda, es todo lo que se, ahora, libera a Yuel, es todo lo que se, no sé nada de ese tal Francia, "Portual" y Espa- no se que, nosotros somos gente de Erots y no nos dedicamos a la guerra - Explicó enseñando las palmas, no tenía nada que esconder, aunque, aún siendo así... No respondía nada que te dejará claro este asunto. Horte, jamás habías escuchado de un lugar como ese, Cartaphilus, tenía que ser alguien muy capaz para gobernar un reino unificado por otra persona, Drifters, vagabundos, suponías que no solo querían insultarte, a parte de eso ese chico no parecía mentir al decir que jamás había escuchado sobre Francia o Portugal pero más extraño era el nombre de aquel supuesto gobernante de los mares, Sinbad... ¿Que no habías escuchado ese nombre antes? Sinbad, Sinbad ¿En alguna historia contada por un extranjero... Sinbad... Sinbad el marino... ¿No? Vaya tontería ¿Acaso era el hombre de esa historia supuestamente ocurrida hace varios siglos, a estas alturas como que ya debería estar muerto, no muerto, muy muerto. Ya se que Sinbad no existió exactamente pero el existe en mi corazón ;^(
>>103676 (((Yasuke))) Drifter... El líder de los caballeros susurró esa palabra con un tono que podría haber sido tanto de desprecio como de fascinación. ¿Qué significaba eso, exactamente? ¿Ser cazado por lo que era? ¿Ser perseguido hasta el último rincón de la tierra? Un título, una marca, una condena. Pero no era nada que me impresionara. Mi mirada se desvió hacia el horizonte por un momento. Había enfrentado peores momentos en mi vida, desde la traición hasta la muerte. Lo que viniera ahora no sería distinto. El sonido de los cascos de los caballos retumbó en el aire cuando dieron media vuelta. Ellos sabían que no podían vencerme. No había necesidad de una batalla aquí. Solo necesitaban huir, retirarse. Y así lo hicieron. El pueblo estaba quieto. No era solo el eco de los cascos lo que se sentía en el aire, sino una tensión que se apoderaba de los corazones de los elfos. Miraban a sus "salvadores", los que los habían ayudado a escapar de la muerte, pero en sus ojos no veía gratitud. Solo temor, una profunda preocupación. Mis ojos se entrecerraron ante el grito de la joven elfa. ¿Qué esperaba de mí? La furia en su voz era palpable, su empuje en mi brazo una demostración de impotencia, de rabia contenida. Pero lo que me sorprendió aún más fue la forma en que miraba, como si esperara algo de mí que no podía entender. Mi vida había sido forjada en la lucha, y había dejado atrás muchas cosas, demasiadas cosas, para ver las vidas de otros de una forma distinta. La rabia en su mirada era suficiente para entender que esperaba algo diferente de mí. Pero yo… no entendía el porqué. Mi vida siempre había sido una cadena de luchas, y para un hombre como yo, las batallas eran solo una forma de sobrevivir. Pero ellos… estos elfos, los que habían visto sus tierras saqueadas y sus vidas desmoronarse bajo las botas del poder, no lo entendían. ¿Y qué esperaba de mí? Pensé en silencio, sintiendo la presión de sus miradas sobre mi piel. No podían ver mi alma, no sabían que no era un salvador. Que no había nada que pudiera devolverles lo que ya habían perdido. Solo podía darles algo más: mi espada, mi brazo, mi experiencia en la guerra. Pero ¿era eso lo que querían? ¿Matar para salvarse, o sobrevivir para pelear otro día? ¿O solamente morir? Es muy confuso. El anciano, con su rostro cansado, explicó la situación. No era la primera vez que escuchaba palabras como esas. "Lo mejor que puedo hacer es salvar tu vida", dijo. ¿Salvar mi vida? ¿Y ellos? ¿Quién los salvaría a ellos? Mi mirada se endureció. Lo entendí. Su miedo estaba teñido de la aceptación de una muerte inevitable. Pero a mí no me importaba la muerte. Ya la había mirado muchas veces a los ojos, y la había desafiado tantas veces que no tenía miedo. Pero... ¿Por qué me miran así? Pensé, frunciendo el ceño mientras mis dedos acariciaban el filo de mi katana. Miré a los jóvenes, a los más débiles, aquellos que sentían el temblor en sus piernas al pensar en lo que venía. Ellos no sabían lo que era una verdadera batalla, no sabían lo que significaba luchar por la vida con cada respiro. Yo sí. No los dejaría morir, no de esta forma. No sin intentar, aunque fuera por un momento, cambiar su destino. Las palabras del anciano, resignadas, hicieron eco en mi mente: "Nada lo ata a este pueblo... pero nosotros no tenemos a dónde ir." No podía darles una respuesta a eso. Pero había algo que sí sabía. No podía irme. No podía dejarlos a su suerte. ¿Nada me ata? ¿Nada me ata? ¿Acaso pensaba que yo, un hombre que había caminado solo por tantos años, sin un señor, sin un propósito fijo, sin más razón para seguir adelante que la de sobrevivir, podría dejar atrás a estos seres que, por alguna razón, me veían como su salvación? La idea de retirarme... de irme, de simplemente darles la espalda, me repugnaba. ¿Era eso lo que esperaba el destino de mí? ¿Renunciar a lo que aún quedaba de mi honor, de mi humanidad? No. No podía. El pensamiento se consolidó en mí como una roca. Tomé mi katana con firmeza, dejando que la arena caliente se deslizara entre mis dedos. Me giré hacia ellos, los elfos que, a pesar de su miedo, seguían mirándome, esperando alguna reacción. No podía permitir que quedaran en la oscuridad. — Si han de morir, que mueran con honor. Mi voz, aunque grave, no dejaba lugar a dudas. Esto no iba a terminar sin que alguien luchara. Con un movimiento casi imperceptible, mi katana brilló bajo el sol del atardecer, como una promesa. La idea de retirarme no tenía cabida en mi mente. Me giré hacia el anciano, y mi voz, grave y profunda, cortó el aire. — No. No los dejaré morir. Miré a los jóvenes elfos, algunos todavía temblando, otros con los ojos hinchados por las lágrimas que no se atrevían a derramar. Ellos no podían ver lo que yo veía, no podían saber que la guerra no era una opción, sino una obligación. Y si debía morir con ellos, lo haría. Pero no los dejaría a su suerte. Me acerqué al anciano y le miré a los ojos. Sin palabras, sin nada más que un simple gesto, supe que entendía. — Si los hombres del rey vienen, los enfrentaremos... Yo los ayudare. Mis pasos resonaron sobre la arena, firmes. Al menos ahora sabían que no estaban solos. Que vinieran los hombres del rey. Si mi espada debía bailar en sus cuerpos, que lo hiciera. Pero no serían ellos quienes decidirían cómo acabaría esta historia. — Gran anciano, yo no puedo mover a su pueblo, solo usted. Déjeme decirle que esos hombros nunca van a parar, solo nosotros podemos poderle fin, créame. Mi pueblo... Era similar al suyo... Un día, hombres blancos se aparecieron, parecían fantasmas ante nuestros ojos y nos exterminaron. Quemaron mi pueblo, mataron a los mas ancianos, violaron a las mujeres y esclavizaron y vendieron a hombres y niños, entre ellos yo y mi hermano menor ¿Sabe por que termino todo así? Por que no hicimos nada, llegaron y no pusimos oposición por que nos considerábamos inferiores a ellos ¿Lo éramos? No... No lo éramos... Así como ustedes no lo son, pueden pelear, podemos pelear... Pero no puedo guiar a los tuyos, necesitan una voz autorizada... Usted... Hable con ellos, inspire sus almas y luchemos... Necesitamos la cooperación de todos, enseñémosle a ese rey que no somos basura, que nunca olviden el día en el que este pueblo se levanto contra su autoritarismo, gran anciano... En vez de morir en la tierra de sus antepasados, hagan que se sientan orgullosos, eso seria mejor. Se calla por unos largos segundos dejando que el elfo piensa e independientemente de su respuesta, continua:
[Expand Post] — Necesito palas, cables de acero, algún liquido inflamable, herramientas, un mapa, pólvora si tienen, madera, metal, ropa que no usen y abonó... Si no quieren luchar... Yo luchare... Ambos somos egoístas, gran anciano. La mirada en mis ojos no mostraba duda alguna. No sentía la necesidad de intimidar, no había necesidad de mostrar lo que había dentro. Ellos podían pensar lo que quisieran, pero a esos hombres no los respetaba. No eran nada. ¿Qué podrían saber ellos de la verdadera guerra? Pensé. Yo había visto cosas que ellos ni siquiera podían imaginar. Había luchado contra ejércitos enteros, contra hombres que, como yo, nacieron con el hierro en las venas. Había estado en las batallas de Toyotomi, enfrentándome a las huestes de hombres que ya habían superado lo humano, guerreros con la ferocidad de los animales, con la destreza de los dioses. Y aún así, salí victorioso. No por suerte, ni por un milagro, sino porque entendía lo que significaba la guerra. Porque la guerra no se trataba de qué tan fuerte o rápido eres, sino de qué tan dispuesto estás a arriesgar todo por salir con vida. Esos hombres no sabían nada de eso. Ni ellos, ni su rey, que seguramente jamás había estado en el frente, ni había sentido el peso de un katana chocando contra su armadura. Ellos eran una vergüenza, un grupo de "guerreros" que no sabían que la verdadera batalla no se ganaba con espadas relucientes ni con ordenes desde un trono distante. La batalla se gana con sangre, con sacrificios, con la voluntad de un hombre que no teme a la muerte porque ya la ha visto de cerca. Ellos no merecían mi respeto. Derramar su sangre no traería honor a mi nombre, no haría que mi alma se sintiera más limpia. Y no estaba aquí para eso. Estaba aquí por algo más, algo que ni yo mismo podía comprender. No por la lucha, ni por la gloria. Solo por... la necesidad de estar. Estar aquí. Estar ahora. En este momento. Con mi katana en la mano. Porque era lo único que sabía hacer. Las miradas de los elfos se cruzaron conmigo, algunas llenas de agradecimiento, otras llenas de dudas. No eran mis aliados. No buscaba su gratitud. Pero aún así, algo en sus ojos decía más que mil palabras. Y en la mirada del líder de los caballeros, aún congelado por el terror de la acción que había presenciado, pude leer algo que no necesitaba ser dicho: temían más que la muerte. Temían la derrota. Pero esa derrota, si llegaba, no sería mía. No hoy. No aquí. No con estos hombres. — ¿Cuánto tiempo tenemos para que regresen?
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>>103553 Estaré esperando
>>103699 A si, por la tarde Bolivar pero la verdad, reciclaje la escena por qué quiero ver a Bolivar rodeado de lolis Solo espera.
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>>103697 El anciano te escucho, se rasco la nuca claramente decaído, miro a su gente, luego a su hija y exhaló. Dando un par de pasos adelante miro al cielo nocturno recuerda que es de noche y comenzó. - Ávaquë, hildinyaron, nárenen ar lén naquet, nárenen coahtië. I istorëa nórienna ná rucë coahtië, istan, ar ilyë ni quen álava hlarë, man i hauta silmëa, mal sinome, i hildinor, nánë sírë coahtië - Los elfos se miraron unos a otros, murmuraron ante las palabras de su líder quien no usaba un tono especialmente alentador, después de todo, a partir de aquel momento, toda muerte caería bajo su responsabilidad. - Nai, quén úvë tultien i imperialo hildion, antuva coahtië, ar nai ambë ar lle queti, sívë, i "Drifter" queti ar alya htë "honor", áva quen hildë úvë coarë uva metta, "honor" nairë ailinë or ëa, randa nîrë tírahen, elda quén. Ná elda naitë hratëco harnia nat hildu, essë sira quilë yalyarä; ruva hratequiel - Hubo silenció, si su propio líder no parecía convencido de lo que iban a hacer ¿Por qué abrían de creer en sus palabras? Fue uno de los jóvenes, uno con una bandana roja en la cabeza quién desde atrás grito una pregunta en su lengua. - Atanaitëa aran... ¿Ná i-hantale hlarë? - - Nai- Respondió el anciano y todos los presentes levantaron las manos dando un grito al unísono, una celebración, un grito de batalla, había funcionado, de alguna forma. ... Realmente no era mucho lo que un pueblo de agricultores podía ofrecerte, de todo lo que solicitaste apenas pudieron cumplir con las palas de campo, ropa muy vieja, poco más de 5 kilos de grasa animal como objeto inflamable, tablones de madera, herramientas de campo como hachas, guadañas, azadas pero poco más, los alrededores de los podía enseñar cualquiera ya que todos habían vivido aquí por años y pólvora, ellos no conocían la pólvora, entonces estaban muy atrasados tecnológicamente. - ¿Lutuvë coa? - Preguntaba un joven mientras dejaba caer dos pequeñas hachas de campo junto a otras pocas herramientas. - I coa nári, rocco ar harnë - Parecían dudar. Tendrías hasta el amanecer para elaborar un plan que los llevará a la victoria, incluso si estaban dispuestos a luchar poco durarían si esos sujetos regresaban con un ejército montado, con esas armaduras y espadas, nada cambiaría así. - Estas son todas las cosas de metal que hay en el pueblo, el imperio es quien nos provee de ellas ya que nuestra especie es incapaz de aprender la herrería, los Dwarfs, gigantes y humanos son quienes sobresalen en dicha arte... ¿Que planea hacer con todo esto? Pregunto.
>>103503 "¡Malditos seáis, todos!" Fue su última frase en aquella casa de Santa Marta, rodeado de personas cercanas que lo único que pudieron hacer fue ver cómo su vida se extinguió en una última tos a causa de la tuberculosis. El fue un líder militar y político clave en la historia de América Latina, conocido como "El Libertador" por su papel fundamental en la independencia de varios países sudamericanos del Imperio español. Nació en Caracas, en lo que hoy es Venezuela, en una familia aristocrática. A lo largo de su vida, Bolívar luchó incansablemente por la libertad de las colonias sudamericanas y por la unidad de estos nuevos estados... Pero fallo, eso aquello que lamentaba, la incapacidad no solo de el si no de todos los que fueron incapaces de unir Latinoamérica, de ahí aquella maldición, en aquel momento de su muerte ese hombre apenas tenía 47 años pero los factores en su salud empeorados por su campaña militar, el estrés entre otras cosas lo habían llevado a terminar postrado en cama, legado fue enorme pero no lo suficiente para un hombre de su ambición. https://youtu.be/B6oFFwAAmPc?si=bFtKl6A_U7w7-Ey9 Tus ojos lentamente se fueron abriendo al sentir el sol sobre tu rostro, pasaron dos segundos mientras tú visión se aclaraba y el sonido de la actividad llegaba a tus oídos, tardaste otro par de segundos para que tu cerebro te diera el momento de preguntarse... ¿Que era todo esto? https://youtu.be/rmvOrkgFLGg?si=3D4YchZXjm9PxMn7 Un pueblo rodeado de árboles, casa de tejas cerca del mercado, gente andando y haciendo vida, carretas, caballos, el aroma del pan y el pino, estás tierras desconocidas parecían prepararse para un festival, las banderas y adornos cruzaban de techo en techo ¿En qué momento? ¿Esta visión de fantasía pertenecía a la alta fiebre que tuviste anoche? No, esa sensación de malestar se había ido, el dolor de huesos, la resequedad en tu boca, la dificultad para respirar, te sentías rejuvenecido, fuerte como un jovencito pero con toda esa experiencia de los años. Un sable y un par de pistolas flintlock le acompañaban junto a tu impecable uniforme. ... Estaba claro que esto no era el cielo ni el infierno si no unas tierras lejanas a las que hablas sido llevado sin saber cómo o por qué. Podías apreciar aquel lugar caminando por sus calles de tierra, la gente, vestida con ropas típicas de un pueblo mucho más antíguo te daban a entender que este era el pasado en un continente seguramente del norte al juzgar por los tonos de piel y ojos. Se notaba como un lugar bastante alegre y tranquilo donde la economía era bastante buena, vivían sin preocupaciones, esos niños corriendo mientras jugaban con una vara solo reforzaban esto, en un lugar con tanta paz ¿Que era lo que Dios podía querer de ti?... https://youtu.be/cp-yJgYCIIs?si=0Z9ZacyBV8pCHRFP La gente se comenzaba a reunir alrededor de la caravana que en jaulas transportaba, los lugareños miraban con emoción las presas de esta gente que creaban cierto conflicto con su apariencia más ruda, en sus jaulas llevaban seres que te hicieron dudar de tu cordura incluso en ese momento. Un reptil alado del tamaño de un barril, un caballo con un cuerno creciendo de su frente, una serpiente de tres cabezas, un león con cabeza de águila pero más interesante... - Mira mamá, Erunes - Dijo el niño señalando una jaula donde dos niñas miraban a la multitud asustadas. - Claro que sí, nuestra colección tiene seres de todas partes del continente, estos Erunes son traídos desde la isla Gamado para el disfrute del público, han sido adiestrados para el show - Le dijo aquel gordo con sombrero de copa al público, tomando el látigo de su cintura golpeo los barrotes de la jaula haciendo temblar a las niñas. - Arriba bestias, el público quiere verlas en acción - Las niñas solo pidan abrazarse y cerrar los ojos ante el miedo que esto les producía, claramente está no era tu patria.
>>103679 ¿Que sandeces estás diciendo muchacho? Te pedí una explicación no un cuento de hadas >Las palabras del orejudo frente a él eran tan extrañas como su apariencia >Clavó su mirada en el chico en busca de cualquier rastro de engaño, pero lo único que veía era miedo >Lucía acorralado, desesperado incluso y aún así la historia que le contó era del todo menos creíble >Volteo hacia su barco. Que tanto él como el Adventure hayan naufragado a costas desconocidas también era extraño >Las supersticiones son cosas que utilizaba a su favor para intimidar a otros, no algo que él creyese >Toda esta situación sin embargo le estaba orillando a creer en la ridícula historia que le contaban Tú, ¿Es eso cierto? >Acercó aún más su espada al cuello de la chica y bajó la cabeza para verla a los ojos >Quién peor parada estaba en esta situación era ella y es también quién menos motivos tiene para mentir >Una vez le confirmaran lo que preguntó se quedaría viendo con un rostro serio a ambos individuos >Horte, horte, por como lo pronunciaban sonaba vagamente alemán. No lo habla, pero si lo ha escuchado >El amanerado de pequeño bigote no le dice mucho, pero si lo hace la palabra "vagabundo" >En base a lo contado dedujo que así era como llamaban a los que aparecía de la nada al igual que él >¿Significaba esto que había caído por las aguas del fin del mundo y estaba en tierras desconocidas? >Aquel pensamiento se le hizo menos surreal que el escuchar el nombre Sinbad Gobernante de los mares dices ¡Ja, ja, ja! No importa en donde esté, el nombre de Barbanegra es uno creado para ser temido en los 7 mares y más allá >Una sonora risa salió de su boca al siquiera considerar que esa historia es real >Algún idiota debe de haber robado el nombre Sinbad para dárselas de importante >Que alguien tan tonto e infantil sea quien gobierne los mares es prueba de que son una conquista fácil >Y lo mismo parecía ser cierto para los nativos de este mundo, quienes ni siquiera saben lo que es una pistola >¿Que no se dedican a la guerra dice? Bueno, eso iba a cambiar a partir de ahora >Tiró a la chica al suelo y antes de que pudieran hacer un movimiento retiró una pistola de su funda >Les apuntó con esta mientras los miraba de arriba a abajo, dándose el gusto de menear juguetonamente el arma en su mano Bien, digamos que les creo, en ese caso parece ser que necesitaré una nueva tripulación y ustedes tendrán la suerte de ser los primeros en ella. Ese de allí es el Adventure, mi barco puede que no sea tan bueno como el Queen Anne Revenge, pero sigue siendo una auténtica preciosidad cargada con 8 cañones capaces de hundir lo que sea. Como ya se habrán dado cuenta voy a necesitar algunas manos extras para poder sacarlo de donde está y es allí donde entran ustedes grumetes. Les confiaré la tarea de llevarme hacia su pueblo para poder reclutar a más de ustedes y entonces levar anclas. Oh, y ni piensen en intentar nada gracioso, este pequeñín de aquí es mucho más peligroso de lo que creen y sé muy bien como usarlo ¿Les quedo claro? >Con un paso firme y una postura erguida comenzó a dar vueltas alrededor de ambos >La pistola en su mano giraba de a momentos en un intento de convencerlos de su habilidad con esta >Sin siquiera preguntarles los declaró miembros oficiales de su tripulación y señaló hacia el Adventure >Un capitán sin un barco no es nada y él desde luego no pensaba abandonar a su embarcación >Puede que estos nativos no se dediquen a la guerra, pero si lucían como un grupo muy fácil de gobernar >Hacerse con algunos más de ellos debería de ser tarea fácil, solo necesitaría un par de hombres extras >Las mujeres no suelen servir como soldados, pero si son buenas para otras cosas de las que ocuparse luego >Ahora mismo la prioridad era recuperar su barco, tarea la cual les encomendó a punta de pistola, literalmente >Posó su arma sobre la frente del muchacho para advertirle sobre lo que sucederá en caso de desobedecer >Les ordenó levantarse e hizo que caminarán en dirección hacia su pueblo mientras él los seguía por detrás >Durante los primeros pasos su pistola no dejó de apuntar hacia la nuca de estos en ningún momento >Pero a medida que se acercaban la volvió a guardar, aunque aún mantenía su mano encima de la funda >Estaba dispuesto a desenfundar ante cualquier movimiento extraño, cosa que se aseguró de informarles
>>103748 Lanzaste a la chica junto al chico y este la atrapó arrodillandose junto a ella, ambos te miraban mientras caminabas alrededor, te escuchaban y sabían que nada podían hacer contra alguien como tú, por lo que podías ver, los Drifters en estás tierras ciertamente eran considerados una amenaza, por lo poco que parecían saber podías dudar incluso que conocieran algo tan básico como la pólvora, estaban años atrasados tecnológicamente, no iban armados siquiera con un cuchillo, aunque la armadura de ese chico, aunque ineficiente en el tema de la lucha, se notaba de una aleación de muy buena calidad, si sabían trabajar el metal hasta ese punto entonces seguro serían de mucha utilidad. - Seox - - Tranquila, estaremos bien - Te miro y se puso de pie ayudando a la chica. - No intentaremos nada, tampoco estamos dispuestos a qué nos lastimes, si lo que quieres es un lugar donde quedarte por un tiempo podemos ayudarte - Te dio la espalda y comenzó a caminar hacía la selva, la chica te miro antes de seguirlo y tú fuiste detrás de ellos con una mano en tu culata. ... Calor, era un terreno bastante accidentado, cansado y que fácilmente le provocaría a alguien sin experiencia ni resistencia la deshidratación, se escondían todo tipo de alimañas aquí, recordaban mucho a las islas del caribe, para una persona común este tipo de lugares serían un infierno verde pero para los piratas más capaces era el paraíso, la selva provee, si sabes buscar jamás morirás de hambre, animales deliciosos, frutas jugosas, aguas de sabores, mariscos, se podía encontrar un buffet por dónde miraras, no podías evitar sonreír al ver desde el otro lado de un acantilado una cascada que casi te llamaba para crear un asentamiento ahí donde planear tus fechorías, si en este continente no eras conocido entonces pronto te convertirás en su terror. - Escucha, estás en nuestro pueblo como un invitado, no asustes a los niños porfavor - Te dijo mientras apartaba una gruesas hojas de guano dejándote ver algo que ni en un millón de años pensaste ver, era como si todas esas historias de fantasía tomarán forma frente a tus ojos, sobre gruesos y altos árboles desconocidos crecían casas de madera y puentes que los conectaban entre un sistema de caminos suspendidos, el sol se colaba entre las frondosas ramas y la iluminación era producida por unos extraños cristales plateados metidos dentro de frascos de vidrio, seres iguales a esos chicos andaban por ahí cargando leña y verduras que cosechan de sus jardines colgantes, sus colas y orejas venían en muchas formas, eran docenas de ellos. Rascarte tu barba dándote el tiempo de perderte unos segundos en esta visión de ensueño de un mundo perdido que cientos de exploradores habían buscado toda su vida, hoy estaba frente a ti. - ¡Seox! ¡Yuel! - Gritaron desde lo alto, tus sentidos se pusieron alerta al ver cómo una chica se tiraba desde la copa de un enorme árbol y caía más de 8 metros hasta el suelo sin hacerse daño alguno. - ¿Encontraron lo que buscaban? - - Emi - La pelinegra abrazo a su compañera. - Pues, no exactamente - Movió la cabeza señalandote. - ¿Y eso? ¿Un humano?... ¿Cómo llego aquí? - - Es, un viajero, viene de muy lejos y necesita ayuda, su transporte quedó atrapado en las rocas de la playa - La chica lo esquivo y se acercó a ti, te miro y camino alrededor olfateando. Eras seres muy extraños, aunque de apariencia humana parecían interactuar con el mundo igual que animales y ciertamente eran animales muy bellos, tanto del chico como de las chicas tenían figuras muy estilizadas, sus pieles eran incluso más finas que las de la realeza, olían a frutos y hojas y parecían tener un estilo definido en sus vestimentas que realizaban si belleza pero, necesitabas un segundo para ver algo mejor, algo más bello... Tus ojos se deslizaron por todo su cuerpo, desde su delgada figura hasta sus pechos para analizar bien y darte cuenta... Oro... ¡Era oro! Los adornos en su ropa eran de oro, de hecho ¿Acaso no los adornos de la armadura de Seox también lo eran? Cada uno de ellos llevaba kilos de oro encima ¿Esas cosas sabían que era lo que estaban usando? - Parece herido - Olfateo. - Ha perdido mucha sangre - Poso su mano sobre tu pecho y te miro a los ojos.
[Expand Post] - Lo se pero no parece molestarle - - Huele muy viejo, debería ir a tomar un baño a los géiseres, es bueno para las heridas ¿De dónde es usted señor viajero? ¿Nos contaría sus historias? - Pregunto Emi con brillo en los ojos, era obvio que pocas personas llegaban a este lugar. - No, de hecho, no se quedará mucho tiempo - Le dijo Seox. - ¿De verdad?~ señor, se quedará a cenar al menos ¿Verdad? Si me deja lo llevaré a un lugar donde pueda sanar sus heridas - Te dijo tomando tu mano.
>>103730 Respondo en unas horas
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>>103730 Lamento mucho la tardanza – "¿Eh? Por la santísima tierra blanca de libertad, ¿q-que es esto?" Por alguna razón sentia una nueva claridad en mis sentidos, como si mi cuerpo hubiera recuperado mis viejos años de lucha contra Tiranico y mi amigo negro... - ("¿En donde estoy") No sabia en donde estaba, pero había algo en este ambiente me provocaba una punzada de incomodidad. - "..." A mi alrededor, la gente reía y conversaba como si no hubiera mal en el mundo, y al mirar a lo lejos vi el motivo de aquel alboroto: una caravana exhibiendo animales y criaturas encerradas en jaulas de hierro. - ("¿Habré muerto? ¿O esto es una prueba de Dios?") Sin pensarlo mucho me abrí paso entre la multitud hasta quedar frente a la escena. Y entonces... mi mirada se endureció al ver a las criaturas encerradas, seres majestuosos, aunque extraños, muy extraños. Pero fue al ver a 2 chiquillas abrazadas en una de las jaulas, aterrorizadas, que la indignación comenzó a hervir en mi pecho. Ver ese látigo chocando contra los barrotes solo servía para reforzar mi repudio. Era como volver a mi infancia y ver como mis profesores lastimaban a mis amigos negros. - "E-Eh... Esto no es..." "¡No es libertad!" Esa palabra resonaba en mi mente con cada golpe de aquel hombre. No importaba en qué tierra estaba, la justicia y la libertad eran principios universales. Por lo que di un paso adelante, apartando con fuerza a los curiosos que las miraban. — "¡Usted señor! ¿Es acaso un honor para ustedes, hombres libres, ver cómo otros sufren en encierro? A pesar de no reconocer estas tierras, la libertad y la dignidad no eran valores que traicionaría aquí ni en ningún otro lugar. — "Estas tierras parecen ser tranquilas, pero la paz verdadera no se construye en la explotación de los indefensos. La libertad es el mayor de los derechos, el primer derecho, y si aquí valoran la vida, ¡deben honrarla en cada ser que respira y siente!" Di unos pasos hacia la jaula de las niñas, y suavicé mi expresión. Las miré con ternura, aunque no eran negras, mi determinación seguía tan firme como siempre. — "Nadie jamas merece el yugo de otro. ¡JAMAS!"
>>103777 No lamento una mierda la tardanza >Miró con disgusto al chico y le hizo una seña para decirle que se apresurara >La selva era mucho más interesante que sus palabras, el lugar estaba repleto de recursos que explotar >Y aún así estos seres tan incivilizados no parecían hacer nada con estos >Han de ser una tribu de salvajes pensó, pero lo que vió a continuación lo dejó sin habla >El lugar seguía viéndose bastante rústico y poco trabajado, aunque la arquitectura era fascinante >Refugios en árboles ha visto varios, más estos se trataban de simples bases temporales >Pero ¿Una pueblo entero? eso es algo que jamás esperó encontrarse en vida >Parece ser que este nuevo mundo planea desafiar varias de sus expectativas Ese metal... ¿Hay abundancia de este por aquí? >La capacidad física de estos nativos también parecía ir más allá de lo esperado >O al menos ese era el caso con la tercera en presentarse, quizás y si pueda usar mujeres para pelear >Una armada de Anne Bone y Mary Reads como si de Amazonas se tratasen empezaba a sonar tentador >Con una tripulación así las noches en el mar serán del todo menos solitarias... >Mientras contemplaba el cuerpo de la mujer y pensaba en eso notó un detalle que llamó su atención >Oro, había una gran cantidad de adornos que lo utilizaban tanto en los tres junto a él como en el resto >Intrigado sostuvo la mano que la mujer reposo sobre su pecho y comenzó a inspeccionar su pulsera >Era real, no se trataba de una simple imitación como podría ser la pirita u otro metal similar Oi, oi ¿En serio esperas que me vaya de aquí sin mis nuevos grumetes? >Soltó la mano de la mujer y puso su mirada sobre el chico que trataba de deshacerse de él >Envolvió el cuello del muchacho con su brazo derecho y comentó en un tono amigable >Sus ojos se encontraron con los de este durante un segundo, dejándole en claro que no se librarían de él >Había decido que serían parte de su tripulación y su permiso no es algo que le importase obtener >Ese era el caso, pero tampoco estaba dispuesto a enemistarse con todo un pueblo entero apenas entrar >De allí que fingiera una actitud más amigable de repente, aunque no por eso menos aterradora >Mostrar buena cara con unos mientras en las sombras abusa de otros es también una forma de intimidación Por supuesto que me honra aceptar su hospitalidad. El nombre es Edward Teach, aunque se me suele conocer como Barbanegra, los mares son mi hogar, historias tengo a rebosar con gusto se las he de contar, pero antes de eso hay algunas cosas que me gustaría repasar, pues el golpe me ha hecho olvidar >Se saco el sombrero lo posó sobre su pecho e hizo una pequeña reverencia para presentarse >Si iba a ganarse el favor de estos nativos entonces primero necesitaría algo más de información >Sobre Orte, los mares, sus recursos, las capacidades militares tanto suya como la de los reinos vecinos >Y sobretodo de los allí llamados vagabundos, golpeó dos veces su cabeza para dar entender que tenía amnesia >Esa excusa será más que suficiente para que le digan todo lo que necesita saber, en cuanto a lo demás... >Fingir buena voluntad no era una tarea difícil, había asistido a varias fiestas de gente adinerada y conocía los modales >No solía usarlos, pero sabe cómo comportarse y es ese conocimiento el que le permite actuar como una persona distinta >Extendió su mano con elegancia hacia la mujer llamada Emi, de esta aceptar caminaría cual caballero al lado de esta
>>103827 - No se preocupe, las aguas sanará todos sus problemas - Dijo mientras tomaba tu brazo para llevarte. ... https://youtu.be/eJwHKrFX0Zc?si=H8Fd-zipluxgPDPy Había que decirlo Barbanegra, estos Lemures, Erules, Erunes, como fuese que se le llamara a esta gente, sabían satisfacer sus necesidades. Un enorme lago natural cubierto de roca y una fuente de la que emanaba agua caliente con claras propiedades curativas, sentías como la tensión en tus músculos se iba, tus heridas se limpiaba y comenzaban a sanar gracias a esta, era cristalina, casi brillaba en un hermoso plateado cuando los rayos del sol la tocaban al cruzar entre las ramas de los árboles, completamente desnudo no solo disfrutabas de estas aguas si no de fruta fresca, mangos, piñas, naranjas, mandarinas, uvas y otras tantas que no conocías pero eran extremadamente dulces. Tu precencia ya había comenzado a ser notada, entre los árboles podías ver a los Erunes mirándote con precaución, claramente no confiaba en ti, muy diferente te a Emi qué sentada a tu lado remojaba sus pies descalzos, fue ella quien te trajo la fruta y dio unas plantas para que frotaras en tus heridas, parecías interesarle, no de una forma hombre mujer, más bien era interés por alguien del exterior, si esto es una isla y no conocían la navegación entonces estaban literalmente aislados del mundo. - Esto - Se quito la pulsera de la mano y te la entrego para que pudieses verla. - Le gusta ¿Verdad? En el interior de la isla hay cuevas donde este material se extrae, nuestros antiguos aliados, los Draph, son capaces de extraer lo y trabajarlo para hacer hermosos objetos, aunque ya no somos bienvenidos a esa parte de la isla, nuestros pueblos tienen diferencias actualmente, a veces se comen a los nuestros jaja - La ley de la vida, ellos eran animales después de todo. - Señor Barbanegra ¿Ya recordó? El lugar del que usted viene ¿Es emocionante? - Una joven con sueños de conocer el mundo, es la típica historia, quizás alguien con intención sería buena para tu futura tripulación pero lo que más te importaba de momento era sacar tu nave de ahí pero ¿De que forma? Los Erunes eran un buen número, seguro un sistema de poleas podía ayudar, faltaría convencerlos de poner manos a la obra.
>>103823 Al rato te respondo Bolívar.
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>>103823 Eran palabras muy valerosas las que expresabas pero no podías esperar que estás fuesen respetadas o que siquiera signifiquen algo para esta gente. Hubo silenció, un poco largo, el hombre del látigo se rasco la nuca un poco confundido y negó con la cabeza. - Disfruten, disfruten de estás increíbles bestias, gente - Levanto los brazos antes de bajar de la tarima y acercarse a ti esperando poder entender que ocurría. - Oiga, señor alborotador ¿Acaso me quiere arruinar el negocio? - Pregunto arrugando la boca. - Si lo que quiere es comprar alguna bestia podemos hablar, usted parece ese tipo de persona ¿Le interesan las Erunes? Son muy valiosas si se dan cuenta, apenas entrando a su edad reproductiva, mi gente las atrapó en su isla de origen, fue bastante complicado ya que como usted sabe no son hábiles en combate pero son sumamente ágiles y entienden bien su entorno, le daré una buena oferta, 10, 000 monedas de oro, no encontrará mejor trato, además, esa cantidad no debe ser un problema para usted, puedo ver en si vestimenta calidad, ese sable extranjero y... - Miro la pistola en tu cinturón y sus ojos brillaron de inmediato. - Ricard... ¡Ricard! - Grito mientras daba un par de pasos atrás sonriendo, un hombre sin camisa y armado con una espada corrió hacia el, el cochero señalo tu pistola. - Es un Drifter... - Dijo el también Ricard. - Imagina los negocios que haríamos con el - Ricard llevo la mano a su boca y dio un silbido tan potente que llamo la atención de todos alrededor, el público del show retrocedió mientras botanas como un grupo de hombres sucios te rodeaban armados con sus espadas. En ese momento no tuviste reacción alguna, solo analizaste la situación mientras escuchabas al cochero. - Drifter, hagamos un trato, cuidare bien de ti como una bestia en mi show, te daré de comer tres veces al día, incluso conseguiré mujeres para ti jajaja - Se burlaba, "Drifter", te llamaban de esa forma pero no entendías el por qué, por otra parte, uno, dos, cinco, quince hombres sin contar al cochero, no llevaban ninguna clase de protección y claramente no eran versados en combate, aunque llevaban armas la forma en la que se paraban era inestable, lleva de puntos abiertos, parecían más bien querer intimidarte pero un líder militar de tu rango con tanta experiencia en combate no se sorprendería por un montón de vagabundos con cuchillos, no representaban amenaza alguna para ti, de hecho ¿Siquiera era necesario desenfundar tu sable si intentaban atacar? - ¡Basta con que esté vivo! - Grito el cochero. - ¡AAAAAAAASAA SHH - El primero corrió hacia ti desde la derecha con su arma arriba, no volteaste, no había necesidad basto con levantar el puño y poner un poco de fuerza. - AAAAAAAAaaaaaaahhh - El pobre hombre voló por encima de sus compañeros dejando dos dientes atrás antes de caer sobre unas cajas de madera las cuales destrozó. Todos se quedaron pasmados y te miraron. - ¿Señor? -
[Expand Post] Pregunto Ricard. - Solo es un hombre, maldita sea - Los demás fueron a ti en grupo gritando. Uno intento cortar su pecho, un lado hacia atrás y esquivaste, otro busco apuñalar tu costado, miraste y te paraste detrás de el sin problema alguno, eran varios los que balanceaban sus espadas son suerte, al verte con las manos abajo uno de los malvivientes, calvo, gordo y más grande que tú corrió con una sonrisa esperando derribarte usando todo tu peso pero grande fue su sorpresa cuando al chocar contra ti sintió un peso y una firmeza que lo hizo temblar, te miro a los ojos mientras mantenías aquella indiferencia, no logro moverte centímetro alguno, era como intentar empujar una montaña, muy lentamente retrocedió, ninguno entendía por qué eran incapaces de tocarte. Al parecer... Ahora era tu turno...


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