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Desde que tienes memoria, nunca has sentido el dolor de una herida abierta, ni jamás has visto tu propia sangre ser derramada"
…
En la cima de la cadena alimenticia, la primera lección que aprendiste de pequeña, es que tenías más valor que los demás. Vivías en un mundo de papel mache que podía romperse con tu más mínimo roce, donde todos siempre eran más débiles que tú, y podías vivir libre de consecuencias pues nadie era capaz de bajarte de tu trono fabricado por tu excesivo Ego.
Era fácil abusar de tus compañeros, podías partir monedas a la mitad con tus dedos y fracturar huesos con tus golpes, indiferente a las lágrimas de los demás, sentías el placer de ser intocable tanto por adultos como por niños de tu misma edad, era extasiante el poder ejercer tu voluntad sobre los otros, era extraordinariamente placentero saber que eras la persona más importante en este mundo. Incluso cuando terminabas en la sala del Director, rodeada de niños moqueando y tapándose las caritas con las manos que te apuntaban de forma incriminadora, sus Padres furiosos y un Director intentando calmar a los presentes antes de que la cosa se pusiera fea, siempre sabias que tenías las de ganar, muy profundamente en tu corazón, sabias que eras la protagonista de este mundo, y la dueña de todos y todo a tu alrededor, después de todo, ¿Quién podría jamás llevarte la contraria? ¿Cómo podrías temerle a algo cuando ni siquiera podías hacerte daño a ti misma? La respuesta la sabias de corazón: Nadie, no podrías, habías nacido para gobernar sobre los demás, y los pequeños humanos a tu alrededor tendrían que vivir con eso, tu eres una Con-
*
SLAM*
Saltaste del susto que te había provocado el sonido de la puerta siendo abierta violentamente detrás de ti, lo primero que notaste en ese entonces cuando te metiste en problemas, es que todo el mundo en la habitación había cerrado la boca luego de un rato de griteríos, incluso los niños que hace un momento lloraban estaban congelados y mirando por sobre tu hombro, recuerdas también que uno de ellos llegó a mearse encima. Sus Padres, que estaban indignados cuando llegaron allí, se apegaban a sus hijos mientras veían con miedo a la persona que estaba parada detrás de ti, rayos, incluso el Director tragó saliva tembloroso, agarrado a su escritorio como si eso fuera a protegerlo de lo que estaba a punto de explotar en la habitación. Te causaba deleite, ver lo cobardes que eran los humanos normales, temblando como gatos mojados en invierno ante algo que sabían, de forma instintiva, que podría hacerlos trizas en un abrir y cerrar de ojos sin que pudieran siquiera llegar a gritar… Ah, no, la que estaba temblando eras tu, sudor frio recorría tu rostro mientras te dabas cuenta de que estabas en un peor estado que todos los demás en la habitación. Era algo primitivo, muy antiguo, grabado en tu ADN, algo que te decía que estabas a punto de morir, y que debías escapar lo antes posible, o luchar para poder llegar a ver un mañana, pero al mismo tiempo, tanto era ese sentimiento de terror absoluto, que tus piernas te traicionaban y amenazaban con dejarte caer al suelo si llegabas a moverte siquiera un centímetro.
No sabes cómo, no lo recuerdas, pero de alguna forma lograste juntar la suficiente fuerza de voluntad como para girar la cabeza y ser testigo de aquello que estaba a punto de hacerte pedazos, para al menos poder verlo venir en vez de ser destruida sin aviso alguno. Y ahí lo pudiste ver, tu Padre, un Multimillonario que había conseguido su propio lugar en la cima con esfuerzo y determinación, un hombre influyente en donde vivían que estaba a punto de postularse para Alcalde y tenía todas las de ser elegido, se encontraba de pie debajo del arco de la puerta, firme y corpulento como siempre… Excepto que no lo estaba, bajaba la cabeza y evitaba tu mirada, sintiéndose culpable por ser el que se encarga de mimarte y darte todo lo que quieres sin límites, pero ahora mismo no podía hacer nada por salvarte de que te arranquen la cabecita, más que mirar impotente como si fuera un perrito faldero, y dejarte a tu suerte para no sufrir su ira también.
Sin escape alguno, sabias que no había forma de evitar lo que estaba por ocurrir, tu Padre se había hecho a un lado para dejarla pasar, el aliento del Director se cortaba mientras que el aura de muerte se hacía más fuerte de forma progresiva con cada paso, que hacían eco en todo el pasillo y espantaba a los demás alumnos y Staff de la escuela. Incluso intentando demostrar valentía para salvaguardar tu orgullo de niña hardcore intentas encararla, tus ojos llorosos miraban a un lado y entonces al otro evitando encontrarse directamente con los de ella como si fuera un reflejo, sabias que nadie iba a abogar por ti.
Cabello negro y corto, a penas un poco más alta que tu padre, llevaba un collar de perlas y tenia tus mismos ojos, solo que los de ella estaban inyectados en sangre
kek
Era tu Madre.
Jamás la habías visto tan furiosa en toda tu vida, puedes pensar en pocos animales salvajes que pueden dar la mitad del miedo que tu Madre, de hecho, que una orca Asesina salte del agua hacia ti para arrancarte la cabeza seria menos traumático que ver la mirada fulminante de tu progenitora. Estaba de más decir, que tu Madre no era exactamente la que malcriaba a sus hijos a diferencia de tu Padre, y que no ibas a salir de ese lugar intacta.
[Mama]
"¡¡¡
KAREN SWANSON!!!"
Pronuncio tu nombre completo, como si supiera lo que habías hecho sin que el Director siquiera le haya explicado, con solo verte a los ojos. Sentiste como un escalofrío recorrió tu espalda y la puerta que había abierto de golpe se caía al suelo, la cual ya estaba colgando, solo con la fuerza de sus palabras.
[Mama]
"¡¡¡
ESTAS EN *MUCHOS* PROBLEMAS!!!"
Fue en ese momento, que Karen sintió el verdadero terror
kek
...
Luego de ser dejada como un Hamster, con ambas mejillas hinchadas teniendo marcas de manos en ellas tras un par de bofetadas que te habrían arrancado la cabeza si hubieras sido una niña normal, y los niños con narices que dejaste rotas viéndote con lastima y empatía mientras eran arrastrados por Padres espantados por tu madre, es que aprendiste tu segunda lección de pequeña; Mientras más alto estés, más duele cuando te caes de culo al suelo.
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